ENTREVISTA
El futbolista tomó su vuelta a Cerro como una "revancha" luego de pasar meses sin jugar por el juicio contra Defensor Sporting. Con 36 años, sigue soñando en grande y no piensa en el retiro.
Matías Cabrera dejó Cerro como juvenil y volvió siendo un hombre. Se fue campeón de la Liguilla, reconocido como figura y conductor del equipo, y trece años después regresó a un club necesitado en lo futbolístico, golpeado en lo económico y con mucha hambre de volver a Primera.
“Ví que era el momento justo, adecuado, que Cerro quería que volviera y que yo también sentía la necesidad de estar arropado y en casa”, dijo a Ovación.
En poco tiempo, y con escasos minutos en cancha, el fútbol le puso un desafío por delante. ¿Enfrente? Rampla. ¿Y en juego? Un solo boleto para definir el último ascenso de la temporada.
Lejos de vivirlo con tranquilidad, el futbolista se acostó la noche previa pensando que lo que pasara la tarde siguiente marcaría para siempre su historia. “Me pasó que en la noche anterior no podía dormir. Sentía la adrenalina en el cuerpo y se me hacía difícil. Era un partido que tenía su condimento especial por todos lados: era un clásico y uno dejaba en la ‘B’ al otro”.
El partido tenía un peso aparte para él y sus compañeros, que desde principio de año sentían la necesidad de que la institución celebrara sus 100 años en la máxima categoría.
“Es un club que pertenece a la Primera División y estando en Segunda había una presión extra de tener que subir. Precisábamos ganar sí o sí para cumplir los 100 años del club (el próximo 1° de diciembre) en Primera”, aseguró Cabrera, que para motivarse tomó la etapa como una “revancha” de lo que le había sucedido en Defensor Sporting, donde fue separado del plantel por decisión de la dirigencia y decidió denunciar al club junto a otros jugadores.
“No la pasé bien, pero la pude ir sobrellevando y estaba muy tranquilo con la acción que estaba tomando porque veía una injusticia muy grande, que no iba a terminar hasta que la resuelva. Otros compañeros míos, como el Coto (Nicolás) Correa, Sebastián Píriz y Pablito López, la pasaron muy mal y sí precisaron otro tipo de ayuda. Fue algo que nos dolió mucho. Pero la vida me puso una revancha”, reflexionó el futbolista de 36 años, que estuvo más de siete meses sin jugar profesionalmente.
El cierre de año le dejó a Matías Cabrera más buenas que malas. Y aunque bien sabe que el final de su carrera está cerca, valora como un premio haber podido ayudar al club que le dio sus primeras armas y del que ahora también es hincha.
“En la ‘B’ no tenés termino medio: o subís o perdiste. Es una categoría ingrata. Pero se dieron las vueltas de la vida cuando Cerro lo precisaba”, comenzó diciendo.
Y sumó: “Me hice hincha de Cerro por todo lo que viví desde las juveniles. Fueron quienes me abrieron las puertas. No me fue fácil y Cerro me formó, me dio a mi mejor amigo... Viví muchas experiencias y muchas cosas lindas. Ahora volví y me tocó una alegría. Me siento un afortunado”.
Además de una charla con Ovación, había prometido que si ascendía pasaría día y noche con la camiseta del club puesta. Y así lo está cumpliendo cada vez que sale de recorrida por la calle. “Dije que iba a andar con la camiseta de Cerro en la semana y ahí ando, paseando por todos lados”.
El sentimiento por los colores lo conserva desde el día de su debut. “Con Cerro me pasaba que se me hacía muy difícil verme con otra camiseta en Uruguay. Sentía que si me miraba el escudo entendía por qué estaba ahí y qué era lo que estaba haciendo”, recordó.
¿Hay Matías Cabrera para rato?
A sus 36 años, Cabrera prefiere ir “paso a paso”. Deja pasar seis meses, se prueba y vuelve a dar el sí. Juega un semestre, descansa y le entran de nuevo las ganas de pisar el césped. Por ahora, todo hace pensar que no se pone plazos para el retiro: “Aprendí que hay que ir viviendo esto cada seis meses. Me ha pasado de proyectarme, de pensar en años que vienen, y después el fútbol te los cambia”, dijo. “Es un deporte que te exige el100% las 24 horas en la parte mental y el cuidado físico. Aunque la gente lo vea como que algo simple, no lo es; se viven muchas presiones del club, de los hinchas, de representantes, de la crítica de la gente, del periodismo y es difícil. Uno con los años se va haciendo una carcasa de todo esto y empieza a entender cómo funciona el juego y el negocio y lo empieza a ver desde otro punto de vista”, complementó.
¿Sigue en Cerro?
Cabrera sueña en grande para la temporada 2023, pero primero debe esperar a que la directiva de Cerro le ofrezca seguir. Y así lo dejó en claro: “Capaz que soy un poco ambicioso y siempre lo fui, pero me gusta pararme frente a un campeonato para ganar lo más alto, así sea el título, pelearle a la par a Nacional y a Peñarol o clasificar a la Copa Libertadores. Me gusta apuntar al máximo y sé que los sueños se logran y se hacen reales.
Si me toca quedarme en Cerro, mi pensamiento va a ser ese, si no no tendría nafta para jugar el campeonato”. Sobre el club, agregó: “Lo considero potencialmente grande por el sentido de pertenencia de la gente y la cantidad de hinchas. Está golpeado, pero soy consciente de que tiene todas las capacidades para ser el tercer grande”.