Los últimos aleteos del "Polilla"

| Da Silva está considerando dejar el fútbol activo a fin de año, pero ahora quiere jugar

SILVIA PEREZ

Siempre llega a la cancha de Danubio una hora antes de que comience el entrenamiento. Es el primero en llegar. Se cambia y se queda tomando mate con el médico y el kinesiólogo. De a poco, algunos de sus jóvenes compañeros se van sumando a la charla donde aprenden y se enriquecen con su experiencia y sus consejos. Es que el "Polillita" Da Silva tiene claro que está en Danubio para sumar y lo hace desde que pone un pie en Jardines del Hipódromo. Eso no significa que haya perdido las ganas de jugar, o la esperanza de hacerlo. Al contrario, se muere por jugar aunque eso signifique tener que infiltrarse la rodilla cada vez que lo hace.

Sus problemas en la rodilla derecha comenzaron hace un año y medio y actualmente no tiene nada de cartílago, es hueso contra hueso. "Aunque tenga que infiltrarme quiero jugar, porque me encanta. Además, a veces, cuando veo el fútbol que se juega por momentos me dan ganas de aportar. Yo quiero estar y no estoy, pero igual vengo todos los días a sumar para el equipo. Siempre pensando en positivo. Cuando llegó Pelusso le dije que cuando quisiera contar conmigo podía hacerlo. Aunque tenga que infiltrarme puedo jugar todos los fines de semana, en todo caso al único que perjudica es a mí. De todos modos en Estados Unidos han comenzado a hacer implantes de cartílagos y de meniscos y de repente, puedo estar bien y no renguear a los 50 años. Uno siempre quiere estar, quiere jugar. Lo que pasa es que el equipo entró a andar bien y los jóvenes a crecer y bueno... Le hablo mucho a los jugadores jóvenes. Les cuento cosas que me pasaron a mí en situaciones similares. Les explico que en el fútbol lo difícil no es llegar sino mantenerse. Muchos creen que porque compraron un auto y alquilaron un apartamento ya está, y esto es largo. El fútbol es largo y corto a la vez. Este es un plantel muy joven, pero sabe escuchar".

EL ADIOS. A principios de este año y teniendo en cuenta sus problemas de rodilla y la posibilidad de que podía jugar poco, aceptó que el club le rebajara el sueldo en un 25%. Su contrato termina a fin de año, pero todavía no sabe que va a hacer: "No hay nada en el fútbol que me moleste. Me gusta concentrar. Puede ser que las concentraciones largas sean bravas, pero un día y medio como concentramos nosotros, no me molesta. Al contrario, me gusta, y si no lo hago, extraño. Si entrenás todos los días y después no concentrás te das cuenta que queda poco en el fútbol. He pensado en dejar a fin de año, pero hoy por hoy, no lo sé. Me gustaría retirarme de otra manera. De repente me voy de Danubio a fin de año y sigo jugando un tiempo más. Sé que puedo dar algo más dentro del fútbol. Si me retiro a fin de año, me gustaría que fuera jugando, no mirando el partido desde la tribuna".

En cada lugar donde juega Danubio aparece colgada una bandera de agradecimiento al "Polilla". Es que los hinchas del equipo de la franja no se olvidan de sus goles y lo asocian a la mejor historia del club: al equipo Campeón Uruguayo del año 88. "La gente se quedó con lo del 88 y luego como cuando volví ganamos el Apertura, me consideran una persona ganadora". A propósito del año 88, Da Silva afirmó que esta temporada se puede repetir aquella historia: "Creo que éste equipo está para campeón. Ha encontrado personalidad y juego. Y también la madurez necesaria a pesar de la juventud de sus integrantes. Sabe salir a buscar los partidos, pero también sabe cuándo hay que cerrar un partido, porque hay partidos que deben cerrarse cuando todavía faltan 40 minutos de juego. De todas formas, eso no quiere decir que este equipo sea parecido al del 88. Aquel tenía muchas individualidades, cualquiera te definía un partido. Este, en cambio, aunque tiene jugadores desequilibrantes, es más equipo, es más colectivo".

GRANDES. En el 89, después de consagrarse Campeón Uruguayo con Danubio, emigró hacia el fútbol argentino. "Tenía 20 años y no estaba preparado para un monstruo como River Plate. Estaba esperando un pase, pero de repente River Plate fue demasiado. Los primeros dos o tres meses los sufrí. Además, el técnico era Merlo que no me tenía mucho en cuenta. Luego llegó Passarella y las cosas cambiaron. Cuando uno juega se habitúa a todo, pero si no lo hace, las cosas se complican, aunque tengas todo. Con River fui campeón y goleador dos veces. Y la hinchada era espectacular. Cuando escuchaba bajar de la tribuna el canto de ‘¡uuuuruguayo, uuuuruguayo!’ era lo máximo. Esas cosas me impresionaban, porque acá no sentimos el fútbol como en Argentina. Acá, juega la selección y están todos calladitos y esperando que algo te salga mal para matarte".

Luego de su pasaje por el Logroñés de España volvió a River Plate donde jugó un año más. Y de River... pasó a Boca. La hinchada millonaria, que tanto lo quería, no se lo perdonó: "Para ellos fue una traición. Pasar directamente de un grande a otro es bravo. En el primer clásico me gritaron de todo. Fue un reto que asumí en ese momento y lo de los hinchas no me dolió porque sé que el fútbol tiene esas cosas. Por otra parte, eso pasaba en la cancha, pero en la calle no era así. Cuando paraba el auto en un semáforo la gente me decía: ‘Que lástima que te fuiste’, pero nada más. Mi pasaje por River me marcó, pero en Boca hice muchos amigos y siempre me trataron muy bien".

LA VUELTA. El fútbol mexicano también fue muy importante para él, e incluso con el tiempo se dio cuenta que debía haberse quedado un año más. "No es que esté arrepentido, pero tenía que haberme quedado otra temporada. Hoy me doy cuenta. Hoy lo hablo con los jugadores jóvenes y les recomiendo que hagan lo imposible por no regresar. Para volver siempre hay tiempo. En aquel momento la posibilidad de volver a Uruguay y de jugar en un grande me tentó. No era una asignatura pendiente, pero era lo ideal para la vuelta. Lamentablemente, mi pasaje por Nacional no me dejó cosas gratas. En el exterior nunca me había lesionado y acá me desgarré y luego tuvieron que operarme del tendón rotuliano. Siento que las cosas pudieron haber pasado de otra manera".

DE TAL PALO. Se crió a 10 cuadras de Jardines del Hipódromo. Eran cinco hermanos. Su padre, Orosmán, trabajaba en la fábrica de cocinas TEM y su madre, Mirta, se ocupaba de sus hijos. "Eramos una familia humilde pero nunca me faltó un plato de comida. A los cuatro o cinco años ya sabía que iba a ser jugador de fútbol. Hay un momento en que te das cuenta que tu vida es eso".

Siempre lo compararon con su hermano Jorge, y por eso le pusieron "Polillita", pero el tema no le molestaba: "Para mí era un gran orgullo. Me miraban para ver si hacía algo diferente. Era el hermano de, pero no me importaba". Ambos "Polillas" heredaron la calidad de su padre, que jugó en equipos de la Extra de número 5: "Me parece que debía rascar bastante (se ríe). Yo esperaba que llegara del trabajo, muerto de cansado, para jugar con él. Me iba a ver a los partidos y me aconsejaba".

Da Silva no era un buen estudiante y cursó solo hasta primero de liceo. Quizás por eso hoy es muy exigente con el estudio de sus hijos. "Se lo digo a mis hijos y también a los muchachos de Danubio. Hoy el estudio es todo en la vida. Hoy me doy cuenta que debí haber seguido estudiando. No sé que hubiera hecho, probablemente alguna carrera corta".

El "Polillita" reconoció que es una persona dentro de su casa y otra de la puerta hacia afuera. "En mi vida soy muy serio y bastante estricto con mis hijos, pero acá en el club, soy otro. Siempre entro al vestuario con alguna broma o algo pronto. No es que tenga dos personalidades, pero soy diferente. No soy el único, creo que es algo que le pasa al 80% de los jugadores".

El mayor de sus hijos, Fernando, no juega al fútbol, pero Franco, que tiene 10 años, es delantero en el Córcega. "Cuando puedo lo voy a ver, pero no soy de esos padres que gritan. Lo miro y le hago alguna indicación, nada más. Después en casa sí, le digo algunas cositas. Juega arriba y tiene mis características. Le gusta bajar y tocar de primera. Yo le digo que se quede arriba, pero no hay caso. Mi señora me dice que lo deje tranquilo, que hace lo mismo que yo... Y tiene razón".

Con los ojos y las orejas bien abiertos

El "Polillita" bajó de su camioneta y estuvo un buen rato examinando el carné de notas del pequeño Lucas, uno de los tantos niños que pasan la tarde en las afueras de Jardines del Hipódromo. "Se lo traje porque saqué un Bien", explicaría luego el propio Lucas.

Un rato más tarde, Pablo Lima, uno de los jóvenes jugadores de Danubio, explicaría la importancia que el "Polillita" tiene para ellos: "Ojalá estuviera jugando, pero aunque no lo haga es muy importante, tanto adentro como afuera de la cancha. A mí me ha ayudado mucho y lo sigue haciendo. En momentos de calentura, de esos que estoy tratando de superar, me habla mucho. Y cuando estoy por mandarme alguna, me hace ver las cosas de otra manera. Siempre nos cuenta las cosas que le pasaron a él, para que no nos ocurra a nosotros".

perfil

Nombre: Ruben Fernando Da Silva Echeverrito (36)

Familia: Casado con Anabel, dos hijos: Fernando Alberto (16) y Franco Alexis (10).

Equipos: Danubio, River Plate de Argentina, Logroñés de España, otra vez River, Boca, Rosario Central, Universidad Autónoma de Guadalajara, Nacional y Danubio.

Selección: Juvenil en 1987; varias veces en la mayor y se despidió frente a Colombia en las Eliminatorias 2001.

Títulos: Campeón Uruguayo con Danubio 1988, Campeón argentino con River Plate 1990, Campeón de la Conmebol con Rosario Central 1995, Campeón de la Copa América con Uruguay 1995, Campeón Uruguayo con Nacional en 2000, Campeón del Torneo Apertura 2002 con Danubio y Campeón del Torneo Clasificatorio 2004.

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