El barrio La Blanqueada vivió dos partidos aparte en una misma noche. Por un lado, el que protagonizaron en cancha los futbolistas de Nacional y Boca sobre el (marchito) césped del Gran Parque Central (GPC) y, por otro, el duelo de hinchadas que comenzó con incidentes en el Hospital de Clínicas y terminó desembocando en una caldera hirviente plasmada en las tribunas.
Como pocas veces se ha visto en el año, unas 32.000 personas rugieron sin pausas, con sincronía entre los tres sectores que estaban colmados: Abdón Porte, José María Delgado y Atilio García.
El público tricolor validó con gritos de aliento espontáneos cada barrida, cada pelota dividida ganada, cada cierre y cada llegada al fondo como si fuera la última y protestó, casi que como rutina, cualquier caída mínima de los suyos así como también pelotas que se marcharan por banda aunque dejaran más dudas que certezas.
El ambiente se cocinó a fuego lento desde la previa. Con la gran mayoría de los hinchas de Boca Juniors ubicados desde temprano en la Tribuna Héctor Scarone -a excepción de la barra brava, que entró faltando 15 minutos-, las chicanas empezaron del lado argentino y levantaron a la gente de Nacional, que cumplió con el propósito de contagiar a sus jugadores desde el minuto uno.
“Llená la cancha la p…. que te parió”, era uno de los primeros cánticos que bajaban de la tribuna visitante cuando el reloj apenas marcaba las 20:20 y una muchedumbre esperaba afuera.
Los presentes no la dejaron pasar: “A estos p…. le tenemos que ganar”, respondieron.
Los ánimos no bajaron con el inicio del partido. Más bien lo contrario. Una serie de hinchas fijaron su mirada en el técnico de Boca, Jorge Almirón, y al notar que una y otra vez se metía a la cancha a dar indicaciones enardecieron con insultos para el árbitro Raphael Claus.
Pero también hubo de los otros que, concentrados en el partido, se enfocaron solo en sus jugadores. “Ay, Bocanegra, me vas a matar de un susto”, deslizó una señora mientras que un periodista partidario de Boca preguntó “¿quién es el 22 morrudo y habilidoso?” (en referencia a Diego Zabala).
La cortina musical de la hinchada y los aplausos generalizados taparon algunos tímidos silbidos que se despertaron con las salidas de Ignacio Ramírez y Franco Fagúndez.
Todo lo contrario pasó con el ingreso de Gonzalo "Chory" Castro, que entró a falta de 10 minutos y de inmediato desató una lluvia de aplausos eufóricos.