La clave de hoy: ¿es o no un partido aparte?

 siglo xxi 20030601 427x327

iempre se dice —sobre todo en lo previo, ante la lógica dificultad de especular (y acertar) en torno al resultado— que el clásico es un partido aparte. Y es cierto. Por todo lo que lo rodea y por todo lo que se juega la mayoría de las veces en 90’, el enfrentamiento entre los dos grandes del fútbol uruguayo representa algo así como un corte con el resto del campeonato.

Es decir, es real aquello de que muchas veces —aunque no tantas como se cree o se dice— el que viene peor termina ganando, o al menos el favoritismo del que ha venido jugando mejor, y hasta ha conseguido mejores resultados, no termina reflejándose en la cancha en la medida que se pensaba.

Sin embargo, antes del choque hay igual una serie de indicadores auténticos, innegables, que no son producto del capricho de nadie, sino pura y exclusivamente —y directamente— de lo que han jugado, y cómo han jugado, hasta ese momento los clásicos rivales.

"Los números no mienten, mienten los que los hacen", suele ironizar habitualmente el Cr. José Pedro Damiani. Pero no es este el caso. Como lo establece la infografía que se publica en forma adjunta, estos números "cantan". Por ejemplo, los tiros al arco realizados en los 13 partidos anteriores, señalan que los aurinegros han rematado muchísimo más que los tricolores a la valla adversaria, pero también que los rivales le han llegado a la suya en mayor cantidad de oportunidades. Con un agregado: Peñarol y Nacional han errado en proporciones relativamente similares, pero al equipo de Carreño son —comparados con los de su oponente— pocos (40) los disparos que le han atajado.

Otro indicador emergente del funcionamiento de los dos conjuntos, y que vale tener en cuenta, es el de los fouls: Nacional cometió menos que Peñarol en la tarea de frenar a sus rivales, y su fútbol obligó a que sus contendores cometieran mayor cantidad de faltas para contener al tradicional adversario. ¿Significa esto que Nacional, en líneas generales, está más equilibrado? Puede ser. Por lo pronto, algo similar podría conjeturarse a partir del número de corners, tanto cedidos como provocados: Peñarol forzó una menor cantidad de tiros de esquina que Nacional y, a su vez, apeló a ese recurso —relativamente extremo—en muchísimas más oportunidades (77 a 58) que su contrincante de esta tarde.

En suma, con excepción de los referidos al intento de llegar al arco contrario, e incluso de los que establecen la cantidad de veces que uno y otro vulneraron las vallas contrarias, son mejores los números de Nacional. Lo que no puede sorprender. No es por casualidad que el elenco de Carreño es el líder invicto, lleva 12 partidos ganados al hilo y acumula la significativa —y hasta extraña— cifra de 13 encuentros sin que nadie puede vulnerar su arco.

La chance de Peñarol, entonces, se ampara en la fuerza que ha expuesto su ataque, fundamentalmente en las dos últimas semanas. Y, en eso otro que se dice siempre: que el clásico es un partido aparte. Un corte transversal en el contexto general del campeonato. Si no ocurre así, el pasado respalda a su adversario.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar