LIGA UNIVERSITARIA
El elenco de la divisional E está en crecimiento en cuanto a disciplinas y busca un complejo para nuclear categorías y transmitir el sentir de sus fundadores.
Suele decirse que un grupo no hace la diferencia, que dos o tres no mueven la balanza. Pero hay excepciones, si ese pequeño grupo lo hace por amor a lo que hace, la fuerza se multiplica. Es ese cariño el que ha hecho crecer a Gomensoro Universitario, elenco perteneciente a la divisional E de la Liga Universitaria.
Cumplió 40 años el 25 de agosto y el “grupo de amigos” lo festejó “en familia” en Solymar, el feriado a mediodía con 170 adultos y 70 niños. Todas las generaciones dijeron presente.
Los que hoy tienen alrededor de 55 son los que fundador el club cuando tenían 20 años. Han intentado contagiar su amor a sus hijos y uno de ellos lo ha logrado: Nicolás Infantino, que es DT de la Sub 18 creada recientemente.

Javier Fischer, delegado y jugador presenior de Gomensoro, asegura que los chicos aún no comparten el sentido de pertenencia que los presenior o los +40, pero es un proceso que recién empezó este año. Tienen varios competidores porque los colegios fomentan los equipos propios y eso hace difícil la creación de categorías juveniles en la Liga. Además, es un deporte que requiere dinero, lo cual dificulta el acceso, y no suele tener todas las comodidades. A eso se le suma que si hay dos de la familia en distintas categorías “unos juegan el sábado y otros el domingo, por lo que ir a los dos partidos se complica para la familia”, explica Fischer. Por eso el anhelo de Gomensoro es un complejo propio.
Para ello buscan presentarse a la ley del mecenazgo deportivo (Nº 18.833), que permite proponer proyectos de infraestructura para financiarlos con aportes de empresas. Si lo logran, todas las categorías podrán jugar en el complejo y con el tiempo generar comunidad y pertenencia. Con piedras en el camino o no, la Sub 18 le dará una cantera a Gomensoro para no tenga fecha de vencimiento.

“En la plaza jugamos todos”, dice el eslogan que surge de la Plaza Gomensoro, pero lo más importante de la frase es la cuarta palabra, porque espíritu es el de jugar y no de competir. Fischer explica que la impronta es el grupo humano, uno que se le abre las puertas a todo el mundo.
“Nunca dejó afuera una persona, incluso si jugaban en otro equipo y tuvieron un problema”. En Gomensoro solo hay que tocar la puerta. Eso sí, se manejan con “respeto y humildad ante el rival. Va mas allá de la derrota”, explica el delegado. El desafío de Gomensoro, según Javier Fischer, es “seguir vivos y tener a Gomensoro por muchos años más, no es el desafío estar en la A, es seguir fomentando el espíritu de la Liga”.

Durante los festejos Gomensoro presentó un árbol genealógico con todas las generaciones.

Disciplinas emergentes
Gomensoro fundó en 2006 el equipo de hockey a través de la esposa de Fischer, Belén Fernández, en compañía de María Arralde y Mercedes Somoza. Ellas no juegan más, pero fueron las encargadas de poner en marcha la segunda disciplina del club, pese a que no consiguieron que su familia continúe la tradición. Javier explica que es difícil armar equipos porque es un deporte en el que “cuesta tener un hilo conductor. Si a mi hija de 12, que juega en el colegio, le digo ‘vení a Gomensoro a los 20’ es difícil que quiera”.
Uno de los pocos equipos que cuentan con fútbol para ciegos es Gomensoro. “Se inició a través de Arel, un golero que siempre dio una mano en el club. Es vidente, porque en estos equipos el arquero es el único que ve”, cuenta Fischer. Arel es quien los entrena una vez a la semana en una cancha de fútbol 5, la cual posee sensores en los costados. “Es gente que la pelea”, sostiene Javier, quien tiene el sueño de que el complejo también les permita entrenar en su propia cancha. Al momento no compiten por falta de recursos económicos.