NACIONAL
Rechazado por los hinchas, sin respaldo de los dirigentes, con un Nacional sin identidad futbolística y figuras individuales que pierden peso, el final estaba cantado
La imagen final, así puede considerarse a lo que entregó el Nacional de Jorge Giordano frente a Liverpool, fue la última gota. O, si se quiere, el empujón que faltaba para que la dirigencia tricolor tomara la determinación de pegar un golpe de timón.
El paseo que se comió el equipo ante una escuadra tan juvenil como la propia, frente a jugadores también surgidos desde las divisiones formativas de su club y la fuerte impresión de que se empezó a marcar un camino de muchos nervios y grandes dudas terminó poniéndole la tapa al libro de quejas que venían llenando los hinchas en las redes sociales por la ausencia de una identidad futbolística.
Colaboró mucho también, el hecho de que se viven instancias decisivas para asegurarse un lugar en la definición del Campeonato Uruguayo, lo que podría entregar un bicampeonato. Se consideró, entonces, que el mayor acierto era el de imponer de forma rápida y drástica un cambio revulsivo.
Los diálogos que se fueron registrando entre los directivos, a partir del momento que Leodán González hizo sonar el silbato para consagrar a Liverpool como campeón del Clausura, fue tejiendo el hilo conductor de las razones para decretar el cambio.
Empuje anímico
Para el reto deportivo que se viene, asegurarse la Anual ante Boston River y después triunfar ante alguno de los dos equipos que ya le dieron vuelta olímpica en la cara, se consideró indispensable estimular al equipo. Cargarlo de onda positiva. Y eso pasa por la llegada de un nuevo entrenador que renueve los desafíos y que provoque un gran cambio de aire.
La comunicación
Se consideró que algún aspecto no estaba funcionando del todo bien porque el entrenador se veía obligado a reiteradamente entregar muchos gritos desde el costado de la cancha. En este aspecto se manejó que había falta de comunicación o, tal vez, que los jugadores verdaderamente no terminaban de comprender qué se buscaba.
Los cambios
Sorprendió muchísimo que después de un comienzo como entrenador en el que Giordano daba muestras de realizar siempre la mejor lectura de los partidos, eso no se sostuvo en el tiempo y las modificaciones casi nunca pudieron entregar soluciones. Por el contrario, se valoró como negativa la elección adoptada. La ubicación de Emiliano Martínez en el fondo en el partido ante Liverpool rompió los ojos.
El rendimiento
También pesó mucho el hecho de que nunca pudo sostenerse una identidad deportiva. Que el equipo no era capaz de entregar un estilo claro y que el nivel de juego fue decayendo de forma sostenida. En lugar de crecer se involucionaba.
El relacionamiento
Se estimó que hubo un antes y un después en la relación entre el entrenador y los futbolistas tras los hechos sucedidos luego del encuentro clásico ante Peñarol y en la previa del duelo copero frente a River Plate. Aunque hubo esfuerzos para dejar algunas cosas en el pasado, finalmente lo que se fue observando es que eso no se pudo conseguir.
El costo político
6. El costo político. Si Nacional no gana el Campeonato Uruguayo puede generarse un impacto político que tire abajo algunas de las cosas que la actual dirigencia quiere llevar adelante para mejorar al club desde el punto de vista económico.
No fue el favorito y nunca logró el gran apoyo
Jorge Giordano no había sido la primera opción que Nacional manejaba para sustituir a Gustavo Munúa, pero la negativa de varios entrenadores de llegar a los tricolores terminó definiendo una solución transitoria que luego se extendió con el paso del tiempo porque los resultados fueron acompañando a quien era el gerente deportivo.
No pudo encontrar el respaldo del hincha
No haber logrado imponerse ante Peñarol en ninguno de los dos clásicos que vivió como técnico jugaron un papel importante para que el hincha de Nacional no le entregara un voto de confianza. El juego defensivo en varios partidos también pegó fuerte.
Se sabía que quedaba afuera
Cuando Jorge Giordano comunicó a los dirigentes que se sentía entrenador, quedó claro que el cargo de gerente deportivo ya quedaba atrás. Eso mismo marcó las pautas del futuro: un alejamiento como DT lo iba a dejar definitivamente fuera del club y sin posibilidades de volver al anterior cargo.
Una racha de once partidos sin perder fue el sustento de una campaña que, sin el brillo del juego, fue sosteniendo la continuidad de Jorge Giordano al frente de Nacional. El entrenador que sumó 26 cotejos al frente del primer equipo tricolor supo ganar una final frente a Montevideo Wanderers (la del Torneo Intermedio), meter al equipo en los cuartos de final de la Copa Libertadores y sostener la condición de líder de la Tabla Anual.
Los números de esta campaña establecen que bajo la conducción de Giordano Nacional ganó el 59% de los puntos disputados. Eso fue posible porque se impuso en 13 de los 26 partidos, empató en siete y perdió en seis. El equipo, que sumó 46 puntos de los 78 posibles, convirtió un total de 35 goles y recibió 29.
Su actuación al frente del equipo es, siguiendo el repaso de los números, inferior a la de Gustavo Munúa, el entrenador al que terminó sustituyendo.
Con Munúa, Nacional disputó 22 encuentros y logró el 60% de los puntos en juego. En aquella campaña, además de dejar al equipo clasificado para la siguiente fase de la Copa Libertadores, Munúa logró 11 triunfos, siete empates y perdió nada más que en cuatro partidos. Con su liderazgo se anotaron 36 goles y se recibieron 24. Se sumaron 40 puntos de 66 posibles.
En el debe de Munúa están las dos finales perdidas: una contra Rentistas por el Torneo Apertura y la otra contra Liverpool por la Supercopa.
Para Giordano el partido contra el Negriazul también tenía características de final.