CLÁSICO
La batalla que se presentará en el doble cinco promete ser el eje central del clásico. Nacional tiene más resto físico
Vuelve el clásico. Y otra vez es definitorio. Para la Liga Uruguaya, sin menospreciar al resto, es lo de mayor impacto. Reluce el fútbol. Sí, lo hace, aunque la exhibición posterior termine siendo pequeña. Imposible que eso no suceda porque el antes y durante llega a merecer los calificativos más encendidos que se le quieran adosar. Con el aditivo, además, que el después tendrá un gusto particular, bien especial.
Para superar los posibles contratiempos, hay que atacar de antemano todos los aspectos del juego y hay una franja neurálgica en la que los jugadores tienen que estar a la altura del desafío. Si la cita demanda ponerse ropa de soldado para dar dura batalla, nadie podrá huir de las líneas, pero tampoco olvidar que aquel que esté más preparado para sortear los escollos con inteligencia y habilidad acabará convirtiéndose en el gran héroe de la jornada.
Hora de analizar lo que puede pasar en el duelo de los mediocampistas de Peñarol y Nacional
EL MEDIOCAMPO.
Es cierto, los partidos se definen en las áreas, pero para que eso ocurra primero que nada todo tiene que funcionar a la perfección en la zona donde se encuentran los jugadores que recorren más distancia.
Es imposible discutir el protagonismo que les cabe a los futbolistas que más sentido de la ubicación deben tener en el campo, ignorar que ahí están los que deben recuperar balones, interceptar pases, barrer la zona por delante de los zagueros y crear jugadas cuando tienen la pelota.
Lo más atractivo para ver se va a dar en el pasillo central, porque ahí donde se demanda cada vez más que el jugador sea capaz de asumir posiciones de avanzada, que tenga técnica y remate, Nacional y Peñarol pueden utilizar un doble cinco con capacidad para ejercer el control de las acciones y transformarse en los grandes protagonistas del juego.
La ventaja en este caso puede correr para el lado del tricolor si el partido se estira al máximo posible, el físico de Christian Oliva y Santiago Romero se posiciona por encima de Walter Gargano y Cristian Rodríguez.
El “Mota” parecer ser el más influyente en el juego por su comprobada calidad técnica, pero el “Colo” tiene un historial demasiado bueno para estos choque como para no considerarlo un hombre de cuidado.
El “Cebolla” es capaz de transformar el desarrollo del trámite con un enganche o un disparo, de la misma manera que Oliva ya demostró que un metro de distancia a su favor puede terminar con la pelota besando la red.
El pibe de la cantera tricolor es mucho más que un correcaminos. Encasillarlo en la función de simple recuperador de balones es no haber sido testigo de su personalidad para desengancharse y buscar el espacio que le posibilite sacar el remate. Audaz, intrépido y valiente para pedir la pelota y convertise en administrador de la rotación del balón, Oliva tiene pinta de Jefe.
Emparentarlo con el estilo de Gargano es facilísimo, claro que el “Mota” gana en experiencia, en roce internacional y en pruebas superadas. Si quieren un jugador que se muestre en actitud de Jefe desde el momento que pisa el césped ese es Gargano. Y eso no se lo gana porque reparta golpes o gritos, sino por su concentración y el grado de responsabilidad con la que asume la tarea de tapar huecos.
Uno y otro se destacan por su capacidad de retroceso por su solidaridad para ayudar a los laterales y a los zagueros mismos. El que consiga imponer su liderazgo futbolístico en el clásico puede ser decisivo para el resultado.
El “Colo” Santiago Romero no es un mediocampista más dentro del fútbol uruguayo y mucho menos en la historia de las contiendas clásicas. Hay jugadores que parecen haber nacido para ser parte de estas contiendas y Romero tiene ese perfil. Corre mete, transpira la camiseta como si fuera un hincha lanzado al ruedo y no se queda solamente en ello. Su remate, sus apariciones en el área rival han dejado una huella muy grande en la afición tricolor. Su chapa clásica la ha lucido haciendo goles importantes
Si buscan un futbolista con capacidad de desborde ahí está él. Si quieren alguien que sepa tirar las diagonales para sacar rédito del espacio que se generó con la generación de la jugada por el otro sector, también está. Si quieren un futbolista que no se quede quieto, que ataque las líneas, que retroceda con velocidad, también lo cumple. Matías Zunino es de los jugadores más completos del fútbol uruguayo porque además de su aporte de contención y creación tiene gol.
Volvió para ser una pieza importante y al principio dejó alguna duda, hasta que empezó a tomar la bandera del liderazgo futbolístico. ¿Cómo? Pidiendo la pelota siempre. El “Chori” fue tan incisivo desbordando como tomando el timón para que la pelota fuese siempre bien jugada. Elaborando juego fue el único bastión la noche de la eliminación por la Sudamericana y el mejor del bolso en el clásico del Clausura y en los últimos partidos. Eso sí es volver para defender con clase la camiseta que se quiere.
Jugar en un equipo grande no es para cualquiera, convertirse en titula y terminar siendo una grata sorpresa en un clásico mucho menos. Ahí entra Giovanni González. Sus piques por las bandas lo llevaron al aurinegro y sin que nadie le regale nada defendió con rendimiento la contratación. En el clásico del Clausura explotó muy bien sus incursiones por derecha y quizás lo único que le faltó fue resolver mejor los desbordes. Tiene un incansable ida y vuelta, lo justo para un mediocampista externo.
La camiseta le queda perfecta, es su segunda piel y lo demostró desde el primer día del regreso tan esperado. Si el “Cebolla” hasta enterró en el pasado las lesiones que en los últimos tiempos le habían impedido tener continuidad deportiva. Peñarol lo cambia y él cambia a Peñarol, porque de su zurda nacen las victorias o los resultados que el equipo precisa. Ganador empedernido y jugador con alma y corazón es el prototipo de futbolista más apreciado para tener dentro del campo.
Va y vuelve a ir. No se detiene. Y tampoco se descansa o se cruza de brazos cuando hay que volver. Quizás sufrió una baja de rendimiento poco esperada tras el impacto que provocó de entrada cuando se puso la camiseta aurinegra, pero de Agustín Canobbio siempre se pueden esperar cosas buenas. Pica, acierta en los avances, puede ir por derecha o por izquierda, sorprende con velocidad y tiene pinta de letal. A lo mejor, lo que le falta es algo de tranquilidad y certeza o precisión para darle más poder a su juego.