El gol más emotivo del "Loco" Abreu

| Un centenar de niños lo esperó varias horas, pero al final hubo recompensa

SILVIA PEREZ

Antes de las 16, supuestamente la hora pactada para la visita de Sebastián Abreu a la Escuela Roosevelt, muchos de los niños y adolescentes de la institución esperaban al goleador sentados en los escalones de la casona de la calle Millán. Algunos se habían preparado para la ocasión, como Mario, un jovencito sin brazos, que lucía orgulloso la camiseta tricolor.

Los más pequeños llevaban sombreros de cartulina blanca con flecos rojos y azules de papel crepé, que ellos mismos habían confeccionado. Pero los alumnos de la escuela no eran los únicos que esperaban al "Loco". En el vecindario se había corrido la voz de la visita y los hinchas empezaron a hacer guardia en la vereda.

El tiempo comenzó a transcurrir. Eran las 17.30 y los pequeños seguían sentados en las escaleras. Otros aguardaban adentro del local en sus sillas de ruedas. Charlaban, se reían y no perdían su entusiasmo. Comenzaron las canciones y los tamborileos: "¡Abreu, Abreu, Abreuuuu! ¡Locooooo, Locoooo!".

Ellos mismos habían preparado unos bizcochos para esperar al goleador. No habían merendado, esperándolo. Como ya eran las 18 horas, decidieron servirles la merienda, pero tuvieron que hacerlo allí mismo, en las escaleras, porque no había quien los moviera. Luego retomaron sus cánticos: "¡que venga, que vengaaaa! ¡Sebastiaaaaan, Sebastiaaaaan! ¡Uruguay, Uruguayyyyyy!

Sobre la hora 18.30 las conjeturas iban y venían. Los pequeños se habían cansado de cantar pero no querían moverse. El frío se hacía cada vez más intenso y los encargados comenzaron a preocuparse. No se trataba sólo de la temperatura, sino del regreso a los hogares. La mayoría vive en zonas alejadas como La Paz, Casabó, Las Piedras, Progreso y Cerro Norte, y para repartirlos hacen falta unas cuantas horas. Tomar una decisión no era fácil, no podían seguir esperando mucho más, pero costaba explicarles que la tan esperada visita no se concretaría y mandarlos de vuelta a casa con esa frustración. "Espero hasta las 19.15, no puedo dejarlos más", dijo uno de los encargados. En eso llegó la salvadora comunicación con el teléfono celular de Abreu: en diez minutos estaría allí. Luego explicaría que la tardanza se debió a que no le habían avisado de la visita. Nunca se sabrá dónde estuvo la desinteligencia, porque la gente de la escuela había entregado las invitaciones en Los Céspedes con debida antelación. Pero ya no importaba, los niños retomaron las energías y los cantos: "¡Locooo, Locooo!" "¡Que vengaaaa, que vengaaaa!".

Exactamente cuando pasaban 20 minutos de las 19, llegó un automóvil rojo con "Lucho" Malvárez, el representante de Abreu al volante y el jugador a su lado. "¡Cómo te hiciste esperar!", le espetó uno de los muchachitos. El "Loco" entró y los besó a todos, uno por uno. Los mas chiquitos, sentados en sus sillitas de ruedas bostezaban cansados, pero sus ojitos llenos de admiración no dejaban de mirar al futbolista. Andrea le pidió que le firmara la camiseta tricolor que llevaba puesta. En realidad, ella es de Peñarol, pero había hecho ese sacrificio para llevársela a su hermana. "¿Sos hincha?", le preguntó uno de los niños. "Desde chiquito, como vos", le contestó Abreu.

Una hora más tarde, seguía en la escuela. Recorrió las instalaciones, firmó, se sacó fotos y observó a Marito usando la computadora con el pie. Escribió: "Bienvenido, Sebastián Abreu". Lo imprimió y con el pie, se lo alcanzó al jugador. Damián, un pequeño cuyas manitos le salen de los hombros, fue uno de los últimos en pedirle la firma. Su carita se iluminó cuando el "Loco" lo besó. La espera había sido muy, muy larga, pero había valido la pena.

precisan ayuda

CAMPAA

La semana que viene comenzará una campaña de socios para la escuela Roosevelt por medio de un 0800. Ser socio consiste en ayudar con una cuota mensual, cuya cifra elegirá el colaborador según sus posibilidades.

HISTORIA

La escuela es una institución privada sin fines de lucro, que comenzó a funcionar hace más de 60 años como consecuencia de un foco de poliomelitis. Se financia en parte con fondos del Estado y convenios con el Iname y también gracias al aporte de los 400 socios que tiene actualmente. Hasta el año pasado contaba con un importante aporte mensual de un banco, pero dicha institución bancaria es una de las gestionadas.

ALUMNADO

La Escuela Roosevelt atiende actualmente a 104 niños y 20 adolescentes, todos ellos lisiados con diferentes discapacidades físicas congénitas o adquiridas, y generalmente asociados con problemas neurológicos. Los pequeños son recogidos en sus hogares por las camionetas de la escuela, desayunan, almuerzan y toman la merienda. Toman clases y son atendidos por fisioterapeutas, psicólogos y fonoaudiólogos. Luego retornan a sus casas en las camionetas.

CONMOVEDOR

Algunos de ellos manejan la computadora con los pies o, en caso de los cuadrapléjicos, utilizando un casco con un puntero.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar