Buenos Aires - El estadounidense Luis Salinas besa en la boca a su pareja Erasmo, quien le desea suerte antes de verlo entrar a la cancha a defender el arco de Florida Storm, uno de los 28 equipos del Mundial de Fútbol Gay en Buenos Aires, donde medio millar de aficionados juegan contra la homofobia y la discriminación.
"Somos el equipo más duro de Estados Unidos", dijo a la AFP Salinas, que trabaja en el área financiera de una empresa transnacional con sede en Miami y lleva jugados cinco mundiales con los Florida Storm, campeones mundiales en el torneo de San Francisco en 2004.
"Yo acompaño a Luis a todos los mundiales pero no juego. Por eso conozco todos los lugares bonitos, las discotecas y donde está la gente linda", contó Erasmo, un contador público, que aprovecha los descansos de los ´Storm´ para realizar paseos turísticos por Buenos Aires.
Erasmo, con su fluido español, contó el interés por conocer detalles de la vida de Evita Perón, que murió en 1952 en el apogeo político como esposa del entonces presidente Juan Perón e inmortalizada en la era contemporánea por una ópera rock y una película del británico Alan Parker.
"La gente en Buenos Aires es muy amigable, la ciudad es fantástica", elogian Darren y Paul, jugadores de los London Titans, en un descanso del torneo, en el que se juegan simultáneamente seis partidos en las canchas del Parque Sarmiento, un centro recreativo en la zona norte de la capital argentina.
El equipo de Londres debuta este año en el Mundial Gay y ya descubrió la fuerza de los latinos, tras ser derrotado 6-1 ante México y 8-3 frente al argentino Dogos, uno de los favoritos al título, cuya definición será el próximo sábado.
La pelota rosa que usan los San Francisco Spikes, uno de los diez equipos de EEUU en la competencia, rueda como símbolo por el campo de juego, mientras en algunos arcos aparecen amarrados juguetes de peluche, a modo de amuletos.
Pequeñas esculturas de una pareja de hombres besándose al bailar tango se venden a un costado de la cancha y generan la curiosidad de un grupo de futbolistas que preguntan en inglés el precio del souvenir.
"Hay mucha homofobia en el fútbol y este Mundial rompe con el estereotipo del homosexual con plumas y muestra que nosotros somos tan buenos como cualquier jugador heterosexual", dijo a la AFP Matías Escaray, delantero de Dogos y estudiante de historia.
Escaray decía esto mientras se ataba los cordones de sus zapatillas y resonaba la música de un romántico bolero que provenía del equipo de sonido de un automóvil descapotable que recorría los alrededores de las canchas.
"Los Dogos son un grupo de contención además de un equipo de fútbol y nos sentimos más cómodos jugando acá porque manejamos los mismos códigos", agregó Javier Irrazabal, que juega de enganche y sueña con un triunfo del plantel "para poder competir en 2008 en Londres", sede de la próxima edición del Mundial.
De la décima edición del certamen en Buenos Aires participan por primera vez equipos latinoamericanos, como el de México, Chile y Uruguay.
"Formamos el equipo hace un año cuando nos enteramos que el Mundial sería en Buenos Aires. Cómo no íbamos a venir si estamos del otro lado del ´charco´" (el Río de La Plata), contó a la AFP Diego Alfonso, lateral derecho de Selección Uruguay Celeste.
Amanda, una estadounidense de 28 años con trenzas muy rubias y sombrero de vaquero como en un ´western´ de Hollywood, arenga al plantel de New York Ramblers --el primer equipo de fútbol gay del mundo conformado en 1990--, tras una contundente derrota en la cancha.
"Es muy divertido dirigir este plantel, soy hincha de los Ramblers", cuenta a la AFP Amanda, la única entrenadora presente en el Mundial de Buenos Aires.
AFP