La última edición de las 24 Horas de Le Mans, será recordada no solo por el histórico triplete en la categoría Hypercar, sino también por el conmovedor triunfo de Robert Kubica, cuya victoria va mucho más allá de lo deportivo. Es un relato de resiliencia, de una determinación inquebrantable y de una redención construida con años de lucha.
La victoria llega 14 años después del devastador accidente de rally que le dejó a Kubica el brazo derecho gravemente lesionado y truncándole un futuro prometedor en la Fórmula 1, incluso con la posibilidad de pilotar para Ferrari en 2012.
El polaco de 40 años afrontó una recuperación agotadora y un regreso que, contra todo pronóstico, lo devolvió a la F1 con Williams y luego como piloto de reserva con Sauber Alfa Romeo, aunque en una forma muy reducida. Pero ha sido la transición hacia las carreras de resistencia lo que realmente le ha permitido brillar.
Y ahora ha ganado la carrera de resistencia más importante del mundo con un Ferrari. Kubica no solo ha recuperado su lugar en el mundo del automovilismo, sino que ha reescrito su historia personal, brindándonos una inspiración que trasciende las pistas.