LA CLAVE
Las calles de la capital del país son una verdadera selva de cemento. Al habitual caos de circulación, se suma la locura que explota cada mes de diciembre. Atascos, accidentes con “deliveries”, camiones de reparto que trabajan a cualquier hora, taxis y buses que creen que las normas de tránsito no se aplican a ellos. Todo ante la pasividad de una intendencia que solo se dedica a pensar ideas fabulosas para hacer la vida más difícil a la gente. Y una intendenta que solo piensa en su futura candidatura.