LA CLAVE
Apenas asumido el gobierno, hubo una dura polémica. Los números fiscales estaban mal, con déficit creciente y economía planchada, y parecía inminente que Uruguay perdería el grado inversor. La flamante ministra Arbeleche dijo que pidió una carta de confianza a las calificadoras, y por eso no ocurrió la pérdida, algo que fue tomado con ironía y enojo por la oposición. Dos años después, Uruguay no solo mantiene el grado inversor, sino que acaba de ser elevado. De las ironías, casi nadie se acuerda.