El episodio en torno a la sustitución de la vicecanciller Carolina Ache por Nicolás Albertoni dice mucho sobre el funcionamiento del gobierno de coalición, y más aún en contraste con lo que fueron los tres lustros de los gobiernos del Frente Amplio. Pasamos de la inamovilidad de los jerarcas salvo casos flagrantes de corrupción condenados por la Justicia, a tomar en cuenta la sensibilidad política del caso, lo que es una fortaleza antes que una debilidad.
En efecto, todo el episodio bien analizado merece verse como un proceso sumamente positivo para el gobierno. En primer lugar, queda claro que la vicecanciller Carolina Ache no incurrió en ninguna conducta cuestionable desde el punto de vista ético ni jurídico. Por tanto, está bien que se le reconozca su trabajo durante la primera mitad del gobierno y su dedicación a la cosa pública en una etapa especialmente compleja del país.
En segundo lugar, su renuncia se debe, como declaró el expresidente Sanguinetti, a una cuestión de sensibilidad política, a partir de la evaluación que realizó su sector Ciudadanos. Este grupo estaba analizando el tema y Ache decidió cortar por lo sano presentando su renuncia, lo que es un gesto de dignidad, ya que facilitó la tarea del sector y del gobierno.
El punto es claro, se presenta una renuncia a partir de una evaluación política de la situación, sin que existan aspectos de otra naturaleza.
En tercer lugar, es sano y sensato que si un sector de un partido que integra la Coalición Republicana entiende que debe analizar el desempeño de un jerarca lo haga públicamente y, llegado el caso, si piensa que es una buena idea sustituirlo, lo lleve a cabo. Esto no implica ninguna mácula sobre el jerarca sustituido, es una decisión política y como tal debe tomarse. Esto representa un cambio muy positivo respecto al gobierno anterior, en que jerarcas cuestionados políticamente y de resultados calamitosos en términos de su desempeño estaban atornillados a sus sillas, sin chance de que se removieran. Esto esclerosó a los gobiernos frentistas, condenándolos a ministros nefastos y consecuencias terribles sobre la vida de los uruguayos.
Por cierto que los cuestionamientos que hoy realiza el Frente Amplio no tienen el menor sentido. Para el partido opositor todo lo que sucede, desde que llueva a que salga el sol es motivo de escándalo y estridencia, lo que ya va aburriendo a los uruguayos. Si además le sumamos la terrible hipocresía de haber defendido a capa y espada a un vicepresidente, un ministro y un presidente de ente condenados por la Justicia, el combo de la desfachatez queda completo.
En cuarto lugar, la sustitución se dio como corresponde. A sugerencia de Ciudadanos, el Partido Colorado propone el cambio, que es aceptado por el Presidente de la República. Es un procedimiento claro y sencillo que no debería sorprender a nadie.
En quinto lugar, la persona designada para ocupar el cargo de vicecanciller, Nicolás Albertoni, es un hombre joven de demostrada capacidad para el cargo, algo especialmente bienvenido en la política nacional. Albertoni es una de las personas más formadas que a partir de este momento integra el staff del Poder Ejecutivo, que desde hace años viene pensando los temas de la inserción internacional con rigor e inteligencia. Debe felicitarse a Ciudadanos por haberlo propuesto, más teniendo en cuenta que es una persona de reconocida filiación colorada pero que no pertenecía a ese sector.
En definitiva, como viene pasando últimamente con demasiada frecuencia, desde la oposición se pone el grito en el cielo por temas que no lo ameritan. Lo que corresponde ante el episodio del lunes es agradecer a Carolina Ache por su servicio público y desearle a Nicolás Albertoni el mayor de los éxitos en su nueva función. El Uruguay tiene en su agenda de inserción internacional uno de los principales desafíos para avanzar en su camino al desarrollo y Albertoni sin dudas podrá aportar mucho en esta tarea.
Es, además, una apuesta a la juventud muy bienvenida, en un país que estaba acostumbrado a que para estar en el gabinete había que ser mayor de 70 años e ir a pescar con el presidente. Hoy muchas personas menores de 40 años se destacan en cargos de gobierno, lo que es una muy buena noticia para la salud de nuestra democracia y el futuro del país.
En definitiva, más allá de los gritos desde el barro de Pereira y compañía el país sigue avanzando en beneficio de los uruguayos y eso, en el fondo, es lo que no pueden soportar.