La Italia de Meloni

Uno de los gobiernos de Occidente que tiene muy mala prensa de parte de medios generalistas y alineados con la izquierda, es el de Giorgia Meloni en Italia. Caracterizada siempre como de “extrema derecha” y criticada sobre todo por sus políticas inmigratorias y su posicionamiento internacional, Meloni ha logrado sin embargo ciertos éxitos que conviene tener presente, ya que se trata de un potencial socio muy importante para los países del Río de la Plata.

En primer lugar, Italia ha tenido cinco primeros ministros desde 2015. En el poder desde octubre de 2022, los dos años y medio de liderazgo de Meloni, primera mujer al frente del gobierno en la historia de su país, señalan pues que se ha asentado con cierta estabilidad, y eso de por sí ya es una nota diferente de su gobierno. Además, tomó las riendas de una política reformista en lo económico que viene teniendo éxito: ha bajado impuestos para empresas y familias, de manera de mejorar la competitividad y el poder adquisitivo (sobre todo de las clases medias y populares); y ha fijado incentivos para promover la contratación de mano de obra y mantener así dinámica la producción nacional. En materia macroeconómica, Italia redujo su déficit público del 7,2% al 3,8% del PIB entre 2023 y 2024, y prevé reducirlo al 3,3% en 2025. En materia de competitividad comercial, se ha transformado en 2024 en la sexta potencia exportadora mundial.

En segundo lugar, Meloni ha cumplido con enfrentar de mejor forma la marea inmigratoria desestabilizadora que proviene sobre todo de África y de Asia central, y con atacar el problema de la baja natalidad italiana. Por un lado, para reducir los desembarques en islas italianas, promovió la externalización de fronteras, es decir, la colaboración de Túnez y la refinanciación de los acuerdos con Libia. Con el objetivo de radicar la emigración en sus propios territorios y evitar el pasaje a Italia, también definió la construcción de centros de detención en Albania. Toda esa política viene dando resultados: en 2022 los desembarques fueron superiores a 157.000, pero en 2024 bajaron a algo más de 66.000 en total. Por otro lado, Meloni incrementó los montos de las asignaciones para familias con al menos tres hijos, dio un mes adicional de licencia parental y previó una bonificación de 1.000 euros para recién nacidos para las familias de ingresos medios y bajos.

En tercer lugar, para reducir la dependencia italiana al gas natural ruso Meloni reforzó las relaciones bilaterales con proveedores alternativos y cercanos, como Argelia, que se ha convertido en el principal socio energético del país, y con otros productores, como Egipto, Azerbaiyán y Qatar. Además, a partir de este año el gobierno impulsa la energía nuclear en Italia a partir de la creación de una empresa nacional. El objetivo por un lado es la soberanía energética, y por otro lado la mejora de la competitividad para un entramado empresarial que es clave para asegurar el dinamismo económico de toda Italia.

Meloni apuesta a ser el interlocutor privilegiado de Estados Unidos en Europa. En efecto, el triunfo de Trump ha llevado a que en las relaciones exteriores de la principal potencia mundial pasen a tener mucho peso las preferencias ideológicas de los gobiernos aliados. Meloni, junto con la Argentina de Milei, han pasado a ser protagonistas de este nuevo orden promovido desde Washington. A su vez, la elección europea del año pasado dio en Italia un gran espaldarazo popular a las políticas de Meloni, ya que su partido se impuso ampliamente.

Roma tiene pues un papel internacional interesante para cumplir. Por un lado, porque en un escenario de crisis interna de distintos países europeos, el gobierno de Meloni aparece sólido, con buenos resultados y respaldado por los italianos. Por otro lado, porque Italia sigue siendo una potencia mundial: es la tercera economía de Europa; su “soft power” cultural se extiende con luz por todo Occidente; y sus exportaciones de calidad se destacan en todo el mundo. Y finalmente, porque en el escenario que va fijando Trump, la alianza de civilización occidental la tiene naturalmente como protagonista fiable en el continente europeo.

Hay que alejarse de las caricaturas que ven en el gobierno de Meloni a una conjunción de ultraderechistas prestos a tomar Roma con camisas negras y cantando “Giovinezza”, el himno fascista de hace un siglo. Italia está enfrentando con éxito sus desafíos, y es un aliado natural, por historia y vocación, de los países del Río de la Plata.

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