Hienas

Así las define Wikipedia: “Cazan en grupos de diez a treinta individuos. Sus poderosas mandíbulas están preparadas para una alimentación a base de carne, pudiendo engullir los huesos, dientes y cornamentas de sus presas. Aunque están consideradas como carroñeras, son cazadoras que carroñean cuando es oportuno. Su dieta comprende desde insectos a cebras, ñúes e incluso jirafas, alimentándose tanto de cadáveres como de presas vivas. Las disputas por cadáveres de animales entre hienas manchadas y leones son comunes. Si el grupo de hienas no es muy numeroso, los leones suelen ganar, por lo que la dentición de las hienas adaptada a romper huesos les permite descuartizar el cadáver antes de que lleguen otros carnívoros. Así, cada hiena puede llevarse un trozo, dispersarse y no dejar nada. Suelen esconder los restos de comida en el fango y su buena memoria les permite recordar dónde los han dejado. Las hienas son extremadamente inteligentes y muchos expertos las consideran intelectualmente comparables a los osos e incluso simios”.

Cualquier semejanza con la política uruguaya actual es mera coincidencia.

El martes pasado, el reality show de Astesiano alcanzó definitivamente el estatus de conventillo. Visiblemente desesperada por armar un “caso” que perjudique al presidente con mejores índices de aprobación a mitad de mandato desde 1985, la oposición no dudó en apuntar por debajo de la línea de flotación.

La nueva teoría conspirativa no es contra el gobierno “hambreador y entreguista que trabaja para las multinacionales y en contra del pueblo”, ahora se mete directamente con la vida privada del Presidente de la República.

No falta razón al senador Gustavo Penadés cuando intenta echar un manto de comprensión sobre la virulencia opositora, al decir que para bien o para mal, están haciendo su trabajo, en pos del objetivo de recuperar el gobierno.

Lo que también es cierto es que esos encomiables esfuerzos tienen un límite, que es el del respeto a la privacidad de las personas.

Más allá de las mentiras y tergiversaciones que lanza todos los días, el Frente Amplio ya había tenido un comportamiento indigno en la época en que recrudeció la pandemia: habló de “muertes evitables”, como si al oficialismo no le hubieran importado las víctimas de aquel flagelo. Incluso, su socio sindical contrató a un asesor de comunicación que, entre perversa e ingenuamente, envió a los médicos un instructivo indicándoles cómo debían expresarse y gesticular en videos selfies, para denunciar un supuesto colapso sanitario que en realidad no existía. Usaron la imagen de víctimas queridas como Andrés Abt y Alberto Sonsol, para cargárselas a un gobierno que estaba lidiando con esa emergencia sanitaria y que, poco tiempo después, fue reconocido internacionalmente como uno de los que la manejó mejor en el mundo.

Y ahora esto: una filtración casi diaria de documentos que deberían gestionarse en forma reservada para viabilizar las investigaciones, siempre desde el mismo “periodista” que casualmente se encargaba de la comunicación de Fiscalía. La utilización banal de uno de estos para desacreditar al Presidente en el plano de su intimidad. Un caso repugnante de “política espectáculo” más propio de un programa porteño de chimentos que de un partido que se dice democrático. La estúpida acusación a los medios de haber querido censurar la información, por el solo hecho de que un matutino -a nuestro juicio con toda la razón- se negó a divulgar una tan execrable invasión a la privacidad.

Lo más triste es que podrían haber dejado ese trabajo sucio en manos de los centenares o miles de trolls que tienen en las redes sociales. Pero ellos mismos, los principales dirigentes del Frente Amplio, tuvieron el descaro de mezclarse en el barro de las diatribas personales.

Hay algo que no entienden, y es que a la ciudadanía uruguaya no le gustan estos exabruptos. Lo que ha funcionado en otros países para desacreditar a sus políticos usando aspectos de su vida íntima, no funcionó nunca ni funcionará en uno como el nuestro, de acérrima vocación democrática y liberal. Esta pedrada desleal, al Frente le volverá en contra. Porque al final del día, lo que valorarán los uruguayos será cómo el gobierno ha enfrentado y sigue enfrentando con éxito los grandes desafíos nacionales.

La incapacidad de comprender esto tan simple, es la mejor evidencia de que no están preparados para reasumir el gobierno.

A las hienas, la gente las relega al rol de villanas en las películas de dibujos animados.

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