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El otro Uruguay

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Las pintorescas imágenes que trasmitieron los medios, dieron una clara idea de lo intensa que era la celebración. La presencia del presidente de la República le otorgó, además, un realce especial.

La fiesta de la Patria Gaucha que se realiza todos los años en Tacuarembó, es la más notoria de este tipo de encuentros, pero no es la única. En distintos rincones del país, se celebran a lo largo del año festividades de todo tipo, que movilizan gente, expresan tradiciones muy sentidas y muestran el orgullo de pertenecer a una determinada comarca y defender una identidad. Por su perfil y modo de celebrar, estas festividades son muy auténticas, distintas entre sí, y a su vez se diferencian de las cosas que se hacen en la capital.

La presencia del presidente pudo haber ayudado a darle más visibilidad en Montevideo. Pero en el resto del país, la fiesta de la Patria Gaucha tiene una poderosa convocatoria.

Su celebración sirve para reflexionar sobre un problema que no debería ser tal: la profunda distancia cultural y social que a veces hay entre Montevideo y el resto del país, que tampoco es uniforme. No hay tanta semejanza entre la gente que vive en las capitales departamentales o incluso pueblos más chicos, con quienes viven lisa y llanamente en el campo. No es lo mismo el país fronterizo (con Brasil) que el del litoral. No es lo mismo los departamentos con franja costera que los que están en el centro del país.

Hay un fuerte prejuicio de muchos montevideanos, inspirado en parte por el desconocimiento, en parte por el rechazo despreciativo a algunas diferencias culturales y en parte por razones políticas que quizás resuman todas las otras.

En Montevideo muchos resienten que en tantas otras regiones del país la gente tenga una visión muy diferente, pero firme, del quehacer político. Resienten que ello se traduzca, por ejemplo, en resultados electorales adversos a los que hubieran deseado y por tal motivo asumen la postura de subestimar la capacidad de decisión de esta gente. Lo que nunca hacen es un esfuerzo por entender las causas de esas visiones tan diferentes ni se preocupan por acercar las distintas regiones del país y lograr una mayor comprensión de que al final el país en su diversidad, es uno solo.

Tampoco hay en los medios un esfuerzo en este sentido. Tienden a ser “montevideocéntricos”.

Tal vez el que más interés ha puesto en reflejar esa otra realidad es el comunicador Juan Carlos López (Lopecito) y su programa “Americando” con una presencia de más de medio siglo. Su objetivo es recorrer el país y mostrar cómo viven, cómo piensan y cómo sienten los demás uruguayos, los que no viven en Montevideo.

“Americando” comenzó en radio Rural en 1972 y tiempo después fue llevado a la televisión. A veces polémico, siempre apasionado en su convicciones personales, políticas y religiosas, Juan Carlos López ofrece una ventana que muestra al país en su conjunto y no a una parte de él. Cuenta las historias y explora los paisajes del Uruguay profundo.

En un tono totalmente diferente, más bien jocoso y liviano, el programa televisivo “Súbete a mi moto” también ofrece una realidad del país diferente a la que muchos montevideanos creen conocer.

El conductor (Rafael Villanueva) recorre el país y visita las diferentes fiestas tradicionales que se realizan, habla con sus organizadores y con sus concurrentes, hace chistes con la gente y esta responde con increíble picardía mostrando un sentido del humor que va cambiando según la zona que se visita.

Es un programa que al principio invita a mirarlo de reojo y con algo de desconfianza, dado cierto tono burlón de su conductor que en todo caso sus interlocutores le redoblan en astuta picardía. Es entretenimiento liviano, por cierto, pero a la vez muestra en forma genuina al resto del país, a los demás uruguayos.

Toda esta reflexión empezó con nuestra referencia a la fiesta de la Patria Gaucha, que se realiza en la Laguna de las Lavanderas, en las afueras de la ciudad de Tacuarembó. Se inició en 1987 y por lo tanto se viene haciendo desde hace más de 35 años.

Es una muestra de que este país de distancias cercanas y supuestamente homogéneo, tiene en pocos kilómetros cuadrados, una buena dosis de diversidad cultural y social y eso lo hace más rico, más dinámico y más interesante.

Pero para poder comprenderlo en forma cabal, y también disfrutarlo, sería bueno que esa parte de Montevideo encerrado en su espacio geográfico y mental, se abre, recorra, visite, conozca y más que nada comprenda al país en su conjunto.

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