Dos siglos de la Cruzada Libertadora

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Se cumplen hoy los 200 años del desembarco que inició el franco camino hacia nuestra independencia nacional. Juan Antonio Lavalleja arengó a sus compañeros: “Amigos: estamos en nuestra Patria, Dios ayudará nuestros esfuerzos y si hemos de morir, moriremos como buenos en nuestra propia tierra”. Desplegaron la bandera en la playa de la Agraciada, y los Treinta y Tres juraron “Libertad o Muerte”.

No debemos perdernos en viejos debates históricos: ya todos sabemos que fue Libertad para enfrentar a la dominación portuguesa y brasilera que hacía casi una década que pretendía hacerse con el poder en la Banda Oriental. Y también sabemos que fue un movimiento de independencia con características de reivindicación autonómica, que en su momento se concibió como parte integrante de la unidad argentina y que, con la evolución de todo el proceso militar, político y diplomático, terminó en la formación de un Estado oriental diferente de sus grandes vecinos.

Esas dos dimensiones, las de libertad e independencia, fueron señaladas por Lavalleja en la proclama que trajo impresa desde Buenos Aires y que distribuyó a los patriotas en Soriano al pisar suelo oriental. Hablándole a los “argentinos orientales”, les dijo que “las Provincias hermanas sólo esperan vuestro pronunciamiento para protegerse en la heroica empresa de reconquistar vuestros derechos. La gran nación argentina, de que sois parte, tiene gran interés de que seáis libres y el Congreso que rige sus destinos no trepidará en asegurar los vuestros”. Y también: “colocado por el voto unánime a la cabeza de estos héroes, yo tengo el honor de protestaros en su nombre y en el mío propio, que nuestras aspiraciones sólo llevan por objeto la felicidad de nuestro país, adquirirle la libertad, constituir la provincia bajo el régimen representativo republicano, en uniformidad a las demás de la antigua unión, establecer con ellas los dulces vínculos que antes la ligaban, preservarla de la horrible plaga de la anarquía y fundar el imperio de la ley”.

¿Quiénes eran esos patriotas? En 1830 Manuel Oribe establece una lista con treinta y tres nombres, en la que se destacan el jefe Lavalleja y su segundo Oribe, y una plana mayor militar conformada por Pablo Zufriategui, Simón del Pino, Manuel Lavalleja, Jacinto Trápani, Manuel Freyre, Gregorio Sanabria y Santiago Gadea. En 1832 agregó algunos nombres más, y la lista quedó integrada por 40 cruzados en total. En concreto, hubo cuatro listas de las que se conserva el manuscrito, y de las que puede pues certificarse su autenticidad; el total de nombres que todas ellas alcanzan es de 59 personas. La Historia deduce así que al momento de desembarcar fueron treinta y tres, pero que rápidamente se incorporaron más patriotas a la empresa.

Uruguay no sería lo que es hoy sin aquel despliegue de coraje y patriotismo que mostraron los Treinta y Tres Orientales. En tiempos de República y libertad como son los que vivimos 200 años más tarde, cuesta imaginar las penurias y las angustias que sufrieron al decidirse a pasar a la acción desde Argentina, luego de la victoria de Sucre en Ayacucho el 21 de enero sobre las últimas fuerzas españolas en Sudamérica. En efecto, los patriotas bien sabían que se enfrentaban a un poderoso ocupante; tenían los antecedentes del fracaso de 1823; y de ninguna manera contaban con la certeza del apoyo del importante caudillo Fructuoso Rivera, quien conservaba, en territorio oriental, importantes adherentes.

A dos siglos de la iniciativa que hizo que Juan Antonio Lavalleja y los suyos quedaran en la gran Historia de la patria, la fuerza de aquella cruzada sigue vigente en nuestra personalidad nacional. Somos y queremos seguir siendo libres de cualquier dominación extranjera. Nos sentimos autónomos e independientes para fijar nuestro destino propio. Defendemos la soberanía de nuestra patria y nuestras decisiones ciudadanas. Somos republicanos y queremos vivir “bajo el imperio de la ley” como bien proclamó Lavalleja en 1825.

Hoy, cuando hay quienes relativizan los sentimientos de adhesión a la patria y de amor por la tierra que es de uno, el ejemplo de los Treinta y Tres Orientales está bien presente para dejar claro que hubo y sigue habiendo quienes se juegan la vida por sus ideales. Uruguay tiene en la formación más profunda de su alma nacional la consigna de la Cruzada Libertadora: Libertad o Muerte. Porque quienes participaron de esa Cruzada tuvieron siempre claro que estaban poniendo su vida en riesgo, por la patria y la libertad de todos nosotros.

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