Cuba sí es una dictadura

Parece mentira que casi 4 décadas después del derrumbe del Muro de Berlín y la implosión del modelo comunista, haya que seguir explicando algunas cosas. Señal evidente que confirma tanto aquello de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, como que la ignorancia y fanatismo de algunas personas, nos impide avanzar como especie, aprendiendo de errores ajenos.

Este sábado, en una muestra de su proverbial amplitud y pluralismo, dignos sin dudas de mejor causa, El País publicó en su revista sabatina de espectáculos y farándula una entrevista a una figura ignota llamada Marina Aguirre. Francamente, una encuesta rápida en el entorno de la gente que trabaja en el diario los fines de semana, no permitió tener indicio alguno sobre los talentos y virtudes que podrían llevar a que la señora ocupara un lugar destacado en un espacio destinado al espectáculo y la farándula. Misterio total. A menos que nos retrotrajéramos a una época felizmente superada donde para algunos la total carencia de producción neuronal, y la ostentación de una frivolidad intelectual absoluta, eran suficiente como para ganar espacios en ciertos ambientes.

Durante la nota, en la que la señora busca compensar una invitación del gobierno dictatorial comunista de la isla, se esbozan conceptos insólitos. Por ejemplo, se dice que “una de las características de la democracia es tener necesidades mínimas de subsistencia cubiertas y Cuba las tiene a diferencia de las democracias neoliberales que no garantizan ni educación, ni sanidad, ni vivienda, ni trabajo”. O sea, se busca insinuar que Cuba no es una dictadura, o que sería una “democracia diferente” como dice Carolina Cosse y otros frenteamplistas.

Lo primero que hay que decir es que la democracia es un sistema de organización político. O sea, que entre sus características esenciales no está ni estuvo nunca la cobertura de ninguna necesidad económica de nadie. En segundo lugar, no hay “democracias neoliberales”, y de las otras . O se es democracia o se es una dictadura. Y Cuba, de eso no queda duda alguna, es una dictadura.

La democracia es un sistema político que garantiza la más alta participación de la sociedad en el poder político. Así como también el respeto a las minorías y a los derechos esenciales del ser humano. La democracia ha demostrado en su comparación con cualquier otro régimen ensayado en la historia (y vaya si se ha ensayado con el comunismo), ser el sistema que a la larga garantiza una mayor prosperidad y felicidad de los ciudadanos. Pero porque nadie sabe mejor cómo lograr la prosperidad y felicidad propia que el propio ciudadano, el individuo. Al cual la democracia empodera con el control de su vida.

Exactamente al revés que el comunismo, que siempre logra miseria y autoritarismo.

Que Cuba es una dictadura, es algo que está fuera de toda discusión. Alcanza con preguntar cuánto hace que en esa sufrida isla no se hace una elección libre, abierta, con competencia electoral, y con supervisión imparcial externa. Al menos 60 años. ¿Y por qué no se hace, si sus autoridades están tan convencidas de que su sistema es bueno y popular? Porque saben que ese mismo día se termina su régimen.

Cuba no sólo es una dictadura, es una tragedia humanitaria. El sistema comunista de control absoluto de las personas por parte de un núcleo mesiánico, arruina la economía de los países y la vida de los ciudadanos. Por algo, miles y miles de cubanos huyen cada año de las maneras más arriesgadas, cruzando un mar embravecido y plagado de tiburones para llegar a EE.UU., o selvas impenetrables y miles de kilómetros, como hacen los que llegan a Uruguay.

La señora de la entrevista podría desasnarse de su ignorancia y frivolidad, apenas hablando con cualquiera de los cientos de cubanos que, dejando patria y familia, han recalado en nuestro país para tener una vida digna.

Y la tragedia de Cuba, política y económica, no es culpa de ningún “bloqueo”, ni de políticas ajenas. Al igual que Venezuela, al igual que Corea del Norte, al igual que Camboya, Alemania Oriental, Polonia, y todos los países que probaron ese sistema funesto, la destrucción del tejido económico y social es parte inherente del sistema comunista.

Explicar, una y otra vez, estas cosas básicas, no es un acto retrógrado de volver a argumentaciones de la época de la Guerra Fría. Las palabras de esta señora prueban que es una necesidad ineludible, para evitar que estupideces como las que insólitamente todavía hay que escuchar, vayan a marear a algún ciudadano poco informado.

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