Roberto Alfonso Azcona | Montevideo
@|Entregaron decadencia.
Un país entero escuchó promesas. Palabras rimbombantes sobre transparencia, ética y compromiso con la gente. ¿Y qué recibimos a cambio? Renuncias en silencio, corrupción institucionalizada, y jerarcas que ni siquiera cumplen con lo más básico: pagar impuestos.
Rodrigo Arím, Director de Planeamiento y Presupuesto, el mismo que maneja los números del país, evade sus propios tributos en su casa del balneario Solís. Y nadie del gobierno dice una sola palabra. ¿Cómo se le exige al pueblo que cumpla, si los que mandan no cumplen?
El puerto, símbolo de soberanía, se ha convertido en una cueva de intereses oscuros. Se juega con la dignidad nacional como si fuera un botín. Mientras tanto, Yamandú Orsi, incapaz de enfrentar los hechos, recurre al viejo truco: distraer, inventar, desviar la atención con relatos falsos sobre ANCAP. El problema no es solo su falta de capacidad. Es su falta de vergüenza.
A este gobierno no se le cae la careta: se le desmorona la estructura entera.
Desde mi lugar como opositor independiente, sin compromisos con ningún poder económico, sin padrinos políticos, sin mochilas que me aten, lo digo claro: el pueblo uruguayo no se merece esto. Nos merecemos un país donde el que gobierna rinda cuentas. Donde los corruptos no tengan refugio. Donde la verdad no dependa de la propaganda.
Esta carta no busca conmover, busca despertar.
Porque la paciencia del pueblo no es infinita.
Y el silencio, cuando se convierte en costumbre, se vuelve complicidad.