Roberto Alfonso Azcona | Montevideo
@|Privatizar por repetir, o debatir con sentido común.
Últimamente abundan las consignas rápidas y sin filtro. “¡Privaticemos todo!”, gritan algunos como si fuera la fórmula mágica para arreglar los problemas del país. Suena lindo. Hasta parece moderno. Pero si uno se toma cinco minutos para pensarlo con sentido común, se cae solo.
Porque no se trata de repetir eslóganes que leemos en Twitter o en un libro viejo de economía importada, sino de preguntarnos cómo funcionan las cosas en la vida real, en este país, con su gente y su territorio.
Tomemos el ejemplo de UTE. Dicen: “abramos la competencia”. ¿Cómo? ¿Construir otra represa gigantesca? ¿Una central nuclear? ¿Decenas de parques eólicos? ¿Quién paga esa inversión colosal? Porque eso después se traslada a la factura, que barata no va a ser. Y ni hablemos de los impactos ambientales.
Pero supongamos que mágicamente alguien pone la plata. Después hay que distribuir la electricidad. ¿Qué hacemos? ¿Tiramos otro tendido de cables a cada barrio? ¿Elegimos mudarnos a donde llegue la nueva empresa? Es ridículo.
Con OSE pasa igual. Dicen “competencia”. ¿Qué es eso? ¿Tres empresas haciendo represas en el mismo río? ¿Tres mangueras distintas en la puerta de casa? ¿La rambla llena de caños de colores? Vamos, seamos serios.
Por supuesto que hay problemas en las empresas públicas. Nadie niega la burocracia, la ineficiencia, el acomodo político. Hay mucho para corregir. Pero si queremos discutir en serio, hablemos de soluciones reales.
Por ejemplo, empresas públicas con participación de capital privado, con reglas claras, con acciones en manos de ciudadanos que se vuelvan dueños de verdad, con controles independientes y transparencia. Eso sí se puede debatir. Puede ser bueno o malo, pero es factible y merece la discusión.
El problema no es proponer cambios. El problema es la pereza intelectual de repetir consignas sin bajarlas a tierra.
Nosotros creemos que hay que hablarle claro a la gente. Porque al final, no son los partidos ni los gobiernos los dueños de UTE, OSE o ANTEL: son los ciudadanos. Y con ellos hay que debatir de frente.
Hay que tenerle más respeto a la gente y a su inteligencia. Porque la verdadera política no se hace repitiendo eslóganes: se hace pensando, escuchando y proponiendo soluciones que funcionen.