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Pandemia con menos prensa

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?@|Tal vez coincidiendo con el Día Nacional para la Prevención del Suicidio en nuestro país, donde la Ley 18.097 declaró el 17 de julio de cada año como “Día Nacional”, han tomado estado público ese mismo día, datos de por sí, preocupantes.

El suicidio juvenil en nuestro país ha tenido en el último año 2020 un incremento del 45% con respecto al año anterior, lo que a juicio de las autoridades constituye una “verdadera pandemia”. Claro, una “pandemia” con menos prensa, que debiera ser necesaria para lograr una mayor presencia preventiva, pero que sitúa a esta problemática entre las más vigentes y que supone un tema realmente urgente, que debe enfrentarse ya que afecta a adolescentes entre 15 y 19 años.

Por esta razón, se ha visto incrementado el número de internaciones y hospitalizaciones e ingresos a puertas de emergencia, “por lesiones autoinflingidas, intentos de auto eliminación y conductas de riesgo”.

Según informa la OMS (Organización Mundial de la Salud) por año, casi un millón de personas se quitan la vida en todo el mundo de esta forma; pero que en un país de las dimensiones del nuestro lo hagan casi cuarenta y dos personas cada cien mil habitantes por año, resulta una cifra nada despreciable.

En primer lugar, porque ninguna vida humana lo es, pero por sobre todo, inquieta que este incremento se manifieste en el segmento juvenil; lo que a las claras pone al descubierto la necesidad de enfrentar de una vez por todas esta realidad y adoptar medidas de prevención, que pongan en su justo lugar a esta cuestión, todavía considerada hoy como un tema tabú, donde abundan los prejuicios. Prejuicios que -muchas veces- sirven de barrera a quienes están intentando ser oídos, o intentando ser considerados o escuchados en su problemática, para poder salir de situaciones de depresión, que muchas veces conducen a la pérdida de una vida.

Esta Ley que mencionamos, que fuera publicada en el Diario Oficial el 19 de Enero de 2007, impone algunas obligaciones para tomar consciencia de esta causa de muerte, comenzando, entre otras, por capacitar al personal de instituciones educativas, ya sean públicas o privadas, a fin de brindar información “calificada y veraz sobre la problemática y su abordaje”.

En estos tiempos, donde la comunicación se realiza en tiempo real, lamentamos comprobar que se trata de una “comunicación de intelecto a intelecto”, pero alejada de la comunicación “de persona a persona”, la que influiría de otra forma, en el apoyo y contención de estas personas jóvenes, para quienes su propia vida ya no tiene sentido.

Es importante señalar que el mayor conocimiento sobre esta problemática, ayuda a prevenir este tipo de conductas.

Hacerles superar la situación de soledad y desesperanza con una escucha eficaz, así como brindarles la posibilidad de una mayor empatía al ser considerados, habilita la posibilidad de tratar la problemática que los angustia y los conduce a quitarse la vida.

Debiera darse la mayor difusión posible a las líneas telefónicas de ayuda y asistencia, pero además, apostarse a derribar los mitos sobre este tema alejándonos lastimosamente de la realidad.

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