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Nos roban los impuestos

El Ciudadano | Montevideo
@|El Frente Amplio se presenta como defensor de los más vulnerables, pero cuando se trata de financiar su estructura política, no duda en meter mano en los recursos públicos. Detrás de sus discursos de justicia social, hay una maquinaria partidaria aceitada que, durante años en el poder, se financió con millones salidos directamente de los impuestos que pagamos todos los uruguayos.

Hasta 2020, mientras ocupaba la mayoría de los cargos de gobierno, el FA recaudaba sumas millonarias mediante aportes obligatorios de cargos políticos y de confianza. Cada ministro, director, asesor y jerarca debía entregar parte de su sueldo al partido. No por convicción, sino por sistema. Así se sostenían los locales, los equipos de campaña, los afiches y la publicidad. Cuando perdieron el gobierno, los aportes se desplomaron. ¿No era que creían en la militancia desinteresada?

Pero la caja no se cierra ahí. En 2024, por los votos obtenidos, el Frente Amplio recibió del Estado la asombrosa cifra de US$ 13.600.000. Dinero que no proviene de simpatizantes ni de pequeñas colaboraciones ciudadanas: proviene de nuestros impuestos. En otras palabras, el FA pierde el gobierno, cae en aportes propios… pero igual se llena los bolsillos con fondos públicos.

Y lo más grave: nadie sabe con precisión en qué se gasta ese dinero. Porque los sectores del FA -el MPP, el Partido Comunista, Asamblea Uruguay, entre otros- actúan como compartimentos estancos. Cada uno recauda, gasta y administra sin rendir cuentas claras ni siquiera dentro de su propia coalición. Usan el poder como plataforma de recaudación, y al Estado como caja compensadora.

Y mientras tanto, te señalan con el dedo. Estos son los que te proponen la olla popular, te obligan a hacer paros, a ocupar lugares de trabajo, a cortar rutas y calles. Te dicen que tu miseria es culpa de la “oligarquía” -que en su lenguaje incluye a trabajadores, emprendedores y productores-, a quienes les aumentan los impuestos para alimentar su ideología “woke” de atender minorías. Pero la verdad es otra: los únicos que se llevan la parte del león son ellos. A vos te dejan las sobras.

Y lo mismo ocurre en cada Intendencia gobernada por el Frente Amplio. Allí también se reproduce el mismo modelo: funcionarios contratados a dedo, militantes disfrazados de cargos técnicos, comités de base con estructura pagada por todos, y una red clientelar que se alimenta del presupuesto municipal como si fuera una extensión del partido.

Si queremos terminar con esta lógica perversa, hay que eliminar al Frente Amplio de las Intendencias. No maquillarlo, no moderarlo: eliminarlo de raíz. Desarmar ese aparato militante que vive del Estado, cortar con el clientelismo que convierte a los ciudadanos en dependientes y a los partidos en dueños de la necesidad.

Y esto debe ser un ejemplo para todos los partidos: no puede haber estructuras enquistadas en la población devorando impuestos, sin control ni moral. Uruguay necesita una política que sirva al ciudadano, no una maquinaria que lo explote. El tiempo de los privilegiados disfrazados de defensores del pueblo se tiene que terminar.

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