Email: ecos@elpais.com.uy Teléfono: 2908 0911 Correo: Zelmar Michelini 1287, CP.11100.

No era pereza, era TDAH

Kurt Hirsch | Montevideo
@|Cuando era niño, me etiquetaban como perezoso, desordenado y desmotivado. No podía quedarme quieto, no terminaba las tareas, y siempre perdía cosas. Los adultos a mi alrededor pensaban que era cuestión de malos hábitos o falta de disciplina. Pero ahora sé lo que ellos no sabían: yo tenía TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad). Al mirar hacia atrás, las señales eran evidentes, hasta para mí. Solo que no tenía las palabras para explicarlo. Y nadie a mi alrededor pensó en preguntar.

Trabajé con docentes, profesores, terapeutas, consejeros y psiquiatras durante décadas. Ninguno de ellos me dijo jamás: “Tal vez sea TDAH”.

Ese es el peligro de cómo todavía se malinterpreta el TDAH, especialmente en adultos. Yo no era hiperactivo. Era inteligente, articulado y luchaba en silencio. Y como no encajaba en el estereotipo, fui ignorado, mal diagnosticado, y me dejaron caer sin ayuda.

Eventualmente, un médico sí me diagnosticó con TDAH, pero se negó a recetarme medicación estimulante por estigmas. No fue por evidencia médica. Fue por miedo y prejuicio.

Solo sé esto: cuando finalmente accedí a la medicación adecuada -Concerta- mi vida cambió. Ya no tengo que fingir que funciono. Puedo escribir con claridad, terminar lo que empiezo y entender el mundo. He escrito y publicado columnas que antes me habrían parecido imposibles. Y no estoy solo. Hay millones de adultos sin diagnóstico que todavía viven en un caos que no comprenden.

Pero en Uruguay, donde vivo ahora, Concerta no está cubierta por ASSE, el sistema público de salud. Las personas como yo, que dependemos de ella para funcionar, tenemos que pagar de nuestro bolsillo, si es que podemos. Muchas no pueden.

Hay que dejar de poner barreras al acceso a los estimulantes. Hay que dejar de negarles a niños y adultos las herramientas que los ayudan a salir adelante. Los estimulantes no son un último recurso. Para muchos de nosotros, son un salvavidas.

Si sos una persona adulta que se pregunta por qué todo parece más difícil de lo que debería por favor, sabé esto: no estás roto. No sos perezoso. Tal vez simplemente fuiste pasado por alto. Y merecés apoyo.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar