José Pedro Traibel Oribe | Montevideo
@|Responsabilizar a las armas del aumento de la violencia, los homicidios o los robos es tan ridículo como culpar al automóvil/moto por los accidentes de tránsito o al cuchillo por una agresión doméstica. Sin embargo, desde ciertos sectores ideológicos, principalmente desde la izquierda, se insiste en centrar el debate en el objeto y no en el sujeto, en el medio y no en el origen real del problema, “la conducta humana”.
El ser humano es el que dispara el arma o que conduce el vehículo o que le pega a otro y actúa según su conducta, siendo responsable único de sus acciones. No es el instrumento que utiliza que lo obliga o lo hace ser más o menos violento. El violento no dispara porque tenga un arma en la mano, lo hace por ser violento y si no tiene un arma toma igual un cuchillo o martillo y el resultado es el mismo.
Pero en lugar de apelar a la responsabilidad individual, muchos prefieren un discurso cómodo y evasivo, culpar al “arma” en primera instancia y luego a “la sociedad”, al “sistema”, o a la “opresión social y clasista”.
Esta narrativa convierte al victimario en víctima. El delincuente es, según ese relato, un producto del contexto y no un agente libre con capacidad de elección. Se desdibuja así toda la responsabilidad y la culpa. ¿Y qué obtenemos a cambio? Una sociedad sin certezas, donde todo es relativo y se diluye la responsabilidad en la sociedad opresora y clasista donde se legitima la mediocridad, se normaliza el delito y se condena al que trabaja, se esfuerza o triunfa.
Seamos sinceros y dejemos la hipocresía, hay personas buenas y malas, responsables y negligentes, esforzadas y haraganas, trabajadores y atorrantes. No todo puede explicarse, ni justificarse, por las circunstancias. Hay quienes se victimizan porque han aprendido que ser víctimas da rédito político, social o económico. Y en esa lógica perversa, el discurso ideológico de la izquierda progresista les ofrecen protección.
El verdadero camino para disminuir la violencia, los delitos y todos los problemas derivados de la conducta reprochable del ser humano no está en prohibir armas ni en seguir construyendo relatos de culpabilidad de la sociedad y su entorno social. El camino real y duradero es la educación en valores, brindada en el círculo familiar o social complementada con una formación cultural sólida.
Formar seres humanos con criterio, capacidad de discernimiento, autocontrol, respeto y disciplina. Solo así podrán desarrollarse sus talentos y valores, y sólo así será posible una convivencia pacífica y constructiva en sociedad.
No hay progreso sin responsabilidad personal. Y no hay responsabilidad sin una educación que apunte al carácter, no solo al conocimiento. “La educación y formación nos hará libres y prósperos”.