Roberto Alfonso Azcona | Montevideo
@|¿Otro Ministerio más para el silencio y la impunidad?
En un país con un déficit fiscal preocupante, en el que se discute aumentar la deuda en mil millones de dólares, escuchar al presidente Orsi decir “ojalá consigamos un acuerdo” sobre la creación de un Ministerio de Justicia, solo genera desconcierto. No es una propuesta, es una renuncia a liderar. No es una política de Estado, es otro intento de hacer pasar como reforma lo que en realidad es más burocracia, más gasto innecesario, y más espacios de poder para quienes no han demostrado merecer confianza.
¿Quién está detrás de esta idea? Nada menos que Jorge Díaz, ex Fiscal General de la Nación y actual Secretario de Presidencia. Un hombre con un pasado institucional que deja más sombras que luces, cuya gestión al frente del Ministerio Público fue duramente cuestionada por politizar la Fiscalía, por actuar con parcialidad en causas de alta sensibilidad, y por consolidar un modelo de poder donde se perseguía al débil mientras el poderoso era protegido.
¿Queremos poner en manos de ese pasado el futuro de la Justicia? ¿Queremos más ministerios cuando deberíamos estar cerrando o fusionando varios de los que ya existen? El Estado uruguayo no necesita más sillones, necesita más soluciones. No necesita cargos para pagar favores, necesita servidores públicos que enfrenten la corrupción, el crimen y el abuso con valentía y justicia verdadera.
La Fiscalía está en crisis. Muchos fiscales actúan sin transparencia, sin resultados, sin apego estricto a la misión constitucional. El sistema judicial ha perdido la confianza de buena parte de los ciudadanos. Y la respuesta del nuevo gobierno es crear un nuevo ministerio. ¿Para qué? ¿Para maquillar el problema sin resolverlo?
Uruguay no se reconstruye con estructuras artificiales ni con discursos tibios. Se reconstruye con decisión política, austeridad responsable, reforma institucional real y sobre todo, con voluntad de poner a la Justicia al servicio de la verdad y no del poder.
No necesitamos más ministerios. Necesitamos menos Estado inútil y más justicia útil.