Email: ecos@elpais.com.uy Teléfono: 2908 0911 Correo: Zelmar Michelini 1287, CP.11100.

La Udelar

Compartir esta noticia

El Ciudadano | Montevideo
@|Se hunde en la militancia.

Un nuevo capricho ideológico expone su decadencia.

El pedido de la Universidad de la República (Udelar) de cerrar la oficina de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) en Israel, no solo es una postura absolutamente antisemita, como bien señala el diputado Felipe Schipani, sino que es un nuevo síntoma de la degradación intelectual y moral que atraviesa la academia uruguaya.

Udelar, una institución financiada por todos los uruguayos, ha sido secuestrada por una horda ideologizada que utiliza su estructura para imponer un pensamiento único, promoviendo causas políticas radicales en lugar de fomentar el debate, la investigación y el desarrollo del país. ¿Desde cuándo una universidad tiene como objetivo dictar la política exterior de un país? ¿Qué lógica perversa hace que una institución de enseñanza proponga cortar lazos científicos y tecnológicos con un país que es líder mundial en innovación?

Lo más grotesco de esta postura es su absoluta hipocresía: mientras condenan a Israel con argumentos pueriles y militantes, guardan un silencio cómplice ante regímenes como el de Irán, que persigue mujeres y ejecuta disidentes, o ante la brutal represión de Maduro en Venezuela. No hay una moción para cortar relaciones con esos países. No hay manifestaciones en la explanada contra la ocupación rusa de Ucrania.

Esta es la Universidad que tenemos hoy: una institución donde la militancia ha reemplazado la excelencia, donde el mérito es una mala palabra y donde cualquier postura que se aparte del catecismo progresista es censurada o ridiculizada. Un reducto de dogmáticos que, lejos de buscar la verdad, se dedican a imponer su relato a fuerza de declaraciones absurdas y agresivas.

La estupidez universitaria ha llegado a un nivel alarmante. Y el problema es que no se queda solo en las aulas: estas ideas retrógradas se filtran en la política, en la burocracia, en los medios. Si no ponemos freno a esta tendencia, Uruguay terminará con una educación pública que no educa, una ciencia que no investiga y una generación de graduados que solo saben repetir consignas.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar