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¡Festejen nomás!

Roberto Alfonso Azcona | Montevideo
@| Hay algo casi tierno -dije casi, no se me vayan a emocionar- en ver a algunos celebrando la victoria del Frente Amplio como si Peñarol hubiera ganado la Libertadores y Nacional hubiera hecho el gol. ¡Una fiesta! Banderas, bocinazos, memes agresivos y ese clásico grito tribal de “¡ganamos!”, aunque nadie sepa muy bien qué ganaron.

Porque claro, mientras bailan en una calle rota, al lado de un contenedor desbordado, con el alumbrado a medias y el pasto crecido hasta la cintura, no falta quien te grita con odio militante: “¡Esto es democracia!”. Y uno, que aún conserva dos neuronas en pie, se pregunta si no estarán confundiendo “democracia” con “manada”.

Festejan como si la vida miserable que tenían ayer hubiese cambiado mágicamente porque ganaron “los suyos”. Como si el clientelismo se pagara con alegría, y no con la dignidad hipotecada. Como si la mugre del barrio fuera menos mugre porque ahora lleva firma frenteamplista. Y mientras tanto, los que realmente se benefician, los que viven del verso y la caja del Estado, ni se despeinan. Ellos sí que ganan siempre, incluso cuando pierden.

Pero bueno, los entiendo. Necesitaban sentirse parte de algo. Aunque ese algo sea un colectivo que no ve la decadencia que lo rodea. Que prefiere la euforia del grito compartido a la dura realidad del silencio personal.

Festejen nomás. Pero no nos pidan que aplaudamos con ustedes, ni que aguantemos su agresividad como si fuera argumento. Porque mientras ustedes gritan victoria, otros seguimos limpiando las ruinas del relato.

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