Dr. Eduardo César Fontana | Montevideo
@|El presidente de Estados Unidos Sr. Donald Trump ha dispuesto un despliegue naval notorio cerca de las costas venezolanas.
Ahora bien, lo más probable es que nadie sepa qué va a hacer con sus poderosos buques pues si bien su política doméstica es previsible, la internacional es todo lo contrario. Desde haberse entrometido con Canadá y Dinamarca (por Groenlandia), ambos países que son sus aliados en la OTAN, pasando por su borroso papel en el conflicto de Medio Oriente, Irán incluido y finalizando por su total fracaso en sus conversaciones con el Sr. Putin para poner fin a la guerra en Ucrania, tratativas en las que dio la impresión de no conocer nada de la historia de uno de los países más imperialistas del mundo, desde Iván el Terrible, Pedro el Grande, la emperatriz Catalina, Lenin, Stalin, Breshnev, hasta el abogado ex KGB nacido en San Petersburgo que lo gobierna hoy.
Hay que decir algo que no es novedad, los estadounidenses, salvo excepciones notables, no entienden mucho más allá de lo que ocurre a algunas millas náuticas de sus costas, pero eso no es excusa.
Porque resulta evidente que no puede en determinado momento dar la orden a sus navíos que retornen a sus bases como si nada hubiese sucedido; ello sería admitir una derrota tanto geopolítica como personal y también parece evidente que el Sr. Maduro no piensa abandonar el gobierno de Venezuela, al menos por ahora.
¿Entonces qué? ¿Un desembarco estilo Normandía con sus “marines” al frente? Casi utópico. ¿Un misil contra la casa de gobierno en Caracas liquidando a la cúpula gobernante? Ya se ha hecho en otros lugares del mundo pero dicha operación no requiere una flota como la despegada, basta con un navío a unos cientos de kilómetros. Capacidad bélica hay, pero mucha voluntad de hacerlo no, que se sepa, al menos. ¿Un movimiento militar o cívico-militar interno? No es de descartar, pero si así fuera las cosas ya habrían estado preparadas desde antes, no es asunto de improvisar.
En suma, a menos que haya mucho secreto en manos de muy pocos, incertidumbre es la palabra correcta.
Lo único cierto es que todo indica que el Sr. Maduro y sus adláteres no piensan por el momento abandonar ni el país ni sus cargos.
Ante ello queda la “ultima ratio”, la voz del cañón. ¿Se hará oír? Hay que estar atentos porque puede haber más noticias para este boletín, como dicen que decía un antiguo informativista de Radio Colonia.