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Costoso exprimento social

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@|Sin pretender mezclar las cosas, la noticia del empresario que debió formular una denuncia penal al verse frustrada su intención de producir cannabis medicinal en un laboratorio que funcionaría en una de nuestras Zonas Francas, Parque de las Ciencias (al parecer embaucado por dos brasileñas que supuestamente tenían una empresa en Montevideo y se le mostraron como “conocedoras del tema”, y al final pudo constatarse que sólo tenían en el predio arrendado un galpón vacío…), nos hizo recordar todo el andamiaje publicitario que con fines evidentemente políticos promovió la “liberación del consumo de marihuana” en el gobierno frentista y los festejos frente al Palacio Legislativo.

Esta situación puede decirse que es particular y que puede darse, atento a la propia naturaleza humana donde la ambición y la búsqueda del dinero fácil hace incurrir en desvíos penalmente reprochables. Pero pone de relieve, una vez más, lo que ha significado el “experimento” social de legalizar la producción y el consumo de marihuana en nuestro país (que era aceptado sin mayores disonancias por nuestra sociedad, incluso antes de la Ley que liberalizó su consumo); así como recordar que la venta de esta droga de producción estatal en farmacias ha cumplido ya sus primeros cinco años de vigencia y, a nuestro modo de ver las cosas, muy pocos motivos ameritan celebrar este hecho.

Se pretendió llevar adelante un experimento de esta naturaleza, en el entendido que disminuiría el mercado ilegal de drogas y se frenarían los delitos conexos con el narcotráfico, aunque nada de esto se logró.

Muy por el contrario, la lista de los consumidores inscriptos no ha cesado de crecer, pese a que los conocedores indican que la calidad de lo que les venden dista de ser lo que esperaban y, en rigor de la verdad, los clubes de consumo se multiplicaron y no están sujetos a mayores controles estatales.

Tal vez un mayor control y presión fiscal sobre los mismos lograría recursos para cubrir las necesidades informativas y de represión del consumo de otras drogas.

Triste es comprobar que todo el esfuerzo hecho con dineros públicos, para lograr disminuir el consumo de tabaco (droga considerada legal) resultó en vano. Pues, por otro lado, aumentó el porcentaje de adictos no sólo a la marihuana, sino a drogas más dañinas y estimulantes más fuertes o “pesadas”, que se siguen vendiendo en el narco menudeo y en bocas de venta de drogas, cuyo cierre supone la casi automática apertura de otra boca en otro sitio.

Porque estos traficantes han logrado infiltrarse en todos los entramados barriales y sus cabecillas se muestran como “protectores” o “solidarios” con sus vecinos, a fin de lograr su propio encubrimiento en caso de ser ubicados.

Nuestra sociedad está padeciendo nuevamente problemas de inseguridad y se ha constatado un notable crecimiento de delitos vinculados al narcotráfico, en los que con inusitada violencia se producen mutilaciones y homicidios por “ajustes de cuentas”, lo que resulta totalmente inaceptable.

Lo experimentado en la materia ha sido muy costoso para la sociedad en su conjunto y los resultados favorables que se anunciaron han brillado por su ausencia.

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