¿Y si lo pensamos mejor?

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diego fischer
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Los aniversarios suelen ser momentos propicios no solo para festejos sino también para balances. El pasado martes Punta del Este cumplió ciento quince años de vida, y como ha sido una constante en las últimas décadas la fecha encuentra al balneario en una etapa de cambios.

Sobre su historia nos hemos referido en reiteradas ocasiones en las páginas de El País. Sí creo que es oportuno recordar que no hay lugar fuera de Argentina que haya vivido y sufrido, desde sus orígenes, los avatares de la economía y los cambios de humor de los gobiernos del país hermano.

Hablar de la Punta del Este de hoy, es hablar de cincuenta kilómetros de playas de arenas muy blancas que rankean, según la prensa internacional, entre las más hermosas del mundo . La cadena de playas comienza en Portezuelo y se extiende hasta José Ignacio. El crecimiento de toda la zona es permanente y los cambios que ello trae son también vertiginosos.

Se estima en más de veinte mil las personas que desembarcaron en el balneario para radicarse de forma permanente durante la pandemia y luego de ella. Buscaban y encontraron calidad de vida, seguridad y buenos servicios.

Un número creciente de familias argentinas cruzaron el Río de la Plata para alejarse del tembladeral de su país. Son matrimonios jóvenes con hijos en edad escolar que han ingresado a los buenos colegios que existen en la Península. Están también los uruguayos de todos los departamentos del interior y de Montevideo, que se han mudado con sus familias. Otros, llegado el retiro profesional, optan por un lugar en comunión con la naturaleza.

Punta del Este fue creciendo desde 1970 por espasmos. Al son de la buena marcha de la economía argentina. Fue así que tuvo booms de la construcción a finales de los setenta, a mediados de los ochenta y en la década de los noventa. Superada la crisis del 2001, su crecimiento ha sido constante.

Con la mirada siempre puesta en lo que sucede en la vecina orilla, la Península hoy transita el temporal que azota a la Argentina con preocupación, pero sin desesperación. Sin dudas, la hotelería es el sector que aún no ha logrado recuperarse de la pandemia y es el que más siente la ausencia de sus clientes habituales.

Lugar privilegiado, sitio de ensueño, puerta principal de ingreso de las divisas que deja el turismo al país y carta de presentación de Uruguay ante el mundo, Punta del Este enfrenta el enorme desafío de conciliar su desarrollo con el cuidado del medio ambiente, sin repetir errores del pasado.

En ese equilibrio, hay una agenda grande de temas. Solo me referiré a uno por emblemático; el proyecto del Hotel San Rafael. Un gran cráter es hoy el hotel que durante setenta años fue una de las postales más conocidas del balneario. La Junta Departamental de Maldonado tiene para su aprobación el nuevo proyecto que presentó Giuseppe Cipriani. Las fotos muestran tres enormes edificios, detrás de una construcción que emula al demolido San Rafael. De concretarse significará una transformación radical para la zona. ¿Para bien de la zona?

El mundo cambió luego de la pandemia, es cierto. Y si algo nos enseñó la peste, fue a valorar los vínculos entre las personas y a respetar al medio ambiente. ¿Se acuerdan que a los canales de Venecia volvieron los cisnes y los delfines cuando se decretó la cuarentena en Italia?

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