Viento tibio y alameda

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RICARDO REILLY SALAVERRI
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Los números referidos a las condiciones de vida de los habitantes de un país, son señales al navegante dirigidas a quienes administran circunstancias humanas y tienen que tomar decisiones.

Vilfredo Paretto un economista y sociólogo francés atendiendo a la experiencia humana concluía que normalmente en toda organización humana hay un 20% que ostenta el poder político -sean países, partidos, empresas, clubes, gremios, sindicatos, etc.- y que hay un 80% que tiene poca influencia en la toma de decisiones.

Tras superar una pandemia grave e inmersos en una guerra que ha llevado a países como Estados Unidos o España a conocer una inflación -alza de precios al consumo- del 10%, al tiempo que buena parte de Europa no sabe con que energía dará calor a su gente en el próximo invierno, las señales al navegante en el Uruguay en el campo político, económico y social, destacan positivamente. En referencia parcial se advierte que en lo político la democracia y los derechos humanos están vigentes, en lo económico el país ha superado en crecimiento de la riqueza nacional (producto bruto interno) a los datos que tenía antes de marzo del 2020 y ha abatido el gravoso déficit fiscal que requería de un endeudamiento internacional creciente, y en materia social se ha bajado el desempleo significativamente y la seguridad social para activos y pasivos mantiene vigencia efectiva.

En nuestra columna anterior con datos indiscutibles tomando como referencia al salario mínimo nacional de América Latina, sabiendo es un piso y no el promedio real que tenemos en el país, así como también considerando las pasividades más bajas, deseando se puedan mejorar con crecimiento económico y la reforma legal proyectada, nuestras circunstancias son mejores que la del resto de los países latinoamericanos. El análisis demuestra que la situación más mísera en ambos casos se ubica en Cuba y Venezuela.

La aburrida alusión a estadísticas es necesaria porque la agitación sindical opositora lleva adelante una guerra de opinión pública sin tregua. Pregonando hipócritamente que vivimos en medio del hambre y la desgracia infinita con un afán electoral que ignora las elecciones nacionales son a fines del 2024. Promoviendo los predicadores de catástrofes una paralización permanente de actividades y protestas.

Un hito de ello es el ejercicio legalmente abusivo del derecho de huelga impulsado por el sindicato de Conaprole. Con una plantilla laboral con sueldos de alto nivel en el medio nacional, que supera los ingresos que obtienen de su tarea muchísimos sacrificados tamberos proveedores de leche a la cooperativa. Sin contemplar además los perjuicios causados al comercio y al consumo. Y, en el paroxismo destructivo han llegado a amenazar con visitar a embajadas de países importadores para que cesen las compras al establecimiento. Es un ataque al campo y el interior del país que cuenta con el aval cómplice del frentismo sindical.

Es parte de lo que el señor Marcelo Abdala capitoste del gremialismo y el Frente opositor describió en un homenaje a la tiranía cubana recientemente en la Sala Zitarrosa, con asistencia de la embajadora castrista. Dijo con su sobriedad habitual:”…aquí en Uruguay se empieza a sentir el viento tibio de América Latina…y abriremos las grandes alamedas de la Libertad…solidarios con Cuba”. Suficiente.

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