Un gobierno con ventajas

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La victoria tiene muchos padres, la derrota ninguno, la frase se le atribuye a Napoleón Bonaparte. Creo que aplica a la Coalición Republicana a una semana de los resultados del balotaje. No hay una única razón, sino un cúmulo de razones que, quizás, transcurrido un tiempo, no mucho, sirvan para entender qué llevó a la ciudadanía a votar por el regreso del Frente Amplio al gobierno.

Por estas horas ha habido análisis de todo tipo y color, y no faltaron los enfrentamientos de legisladores blancos que han arremetido contra sus propios compañeros de partido. Otros la han cargado contra el gobierno del presidente Luis Lacalle Pou, acusándolo de insensible con los jubilados y los sectores de menores ingresos de nuestra sociedad. Suena bastante injusto.

Tampoco han faltado los que comenzaron a hacer guiñadas al Frente Amplio y se han reunido con el expresidente José Mujica. Se sabe lo que fueron a pedir, pero no lo que han ofrecido a cambio.

Lo cierto es que Yamandú Orsi, asumirá la Presidencia de la República el próximo 1° de marzo. No le espera una tarea fácil, pero corresponde darle la carta de crédito que todo nuevo gobierno debe tener. Estoy seguro que los escollos más importantes los tendrá en su propia fuerza política y no en la oposición. No, al menos, en los partidos de la Coalición Republicana.

Asumirá con algunas ventajas, que no las tuvo el presidente Lacalle Pou en marzo de 2020. Recibirá un país con una economía en crecimiento y las finanzas en orden. Las cifras, esas que parecen no incidir a la hora de definir el voto, pero sin ellas ningún país puede proyectarse, son todas positivas, (inflación, empleo, salario real, generación de nuevos puestos de trabajo, etcétera.).

Por no hablar del grado inversor, (el más alto desde que se logró por primera vez) y las posibilidades de acceso al crédito que ello conlleva.

También tendrá la ventaja de contar con una oposición que será sensata y no dirá a todo no, por gimnasia y por el solo hecho de obstaculizar a la nueva administración.

¿Qué aspiramos los ciudadanos que no votamos por Orsi? Un gobierno que no llegue con un afán fundacional, que no derogue o deshaga lo hecho en los últimos cinco años. Que gobierne para todos y no para los sindicatos. Que llame a las cosas por su nombre y no con eufemismos: Venezuela es una dictadura, Nicaragua también y Cuba una tiranía con seis décadas y media de historia.

Que la clase media y los emprendedores no tengamos que pagar, en los años venideros, aventuras y despilfarros como la quiebra de Ancap, Gas Sayago, Aratirí o el Tren de los Pueblos Libres. Que no haya más Patos celestes, ni personajes de baja estofa rodeando y viajando con el jefe de Estado.

Que el presidente gobierne él y para los orientales en su conjunto y no por imposición, presión o intereses de sectores o socios de su propia fuerza política.

Que la libertad siga siendo un hecho cotidiano y una de las características identitarias de nuestro país.

Que, en el 2029, concurramos a las urnas para elegir al nuevo gobierno con la misma y total libertad que lo hicimos en este 2024.

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