Tiro por la culata

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FRANCISCO FAIG
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Uno de los objetivos secretos de la izquierda al promover el referéndum de marzo fue dividir a la Coalición Republicana (CR) que sustenta parlamentariamente al gobierno de Lacalle Pou. Pero le está saliendo el tiro por la culata.

El diagnóstico zurdo siempre fue el siguiente: el Frente Amplio (FA) perdió por muy poco y representa a la mitad del país; la CR tiene un eslabón débil en Cabildo Abierto (CA), capaz de abrirse del gobierno en cualquier momento; el “Herrerismo neoliberal” es el que impone una partitura difícil de ejecutar para colorados y socialdemócratas en general; y, por tanto, cuando en el 2022 estén prontas las consecuencias del mal manejo económico y social de la pandemia, el referéndum llegará para partir a la CR, ya sea por causa de una derrota oficialista en las urnas (según los más optimistas), o ya sea por un triunfo celeste que no podrá sin embargo ocultar desavenencias muy graves en la coalición gobernante.

En cualquier caso, el referéndum fortalece al FA y debilita a la CR.

La realidad está mostrando que es un diagnóstico equivocado. Lo que está ocurriendo en el oficialismo por causa de esta campaña es tan importante como revolucionario y tranquilo a la vez. Por un lado, sea porque algunos están queriendo legítimamente mostrar sus liderazgos potenciales pensando en 2024, o sea porque todos están convencidos de que el triunfo del NO es requisito sine qua non para poder seguir desplegando la agenda de reformas (en este gobierno y en los próximos), todos han salido a defender los 135 artículos cuestionados.

Nadie hace la plancha, lo que muestra que la CR, en tanto tal, está sosteniendo su programa de acción acordado en octubre-noviembre de 2019.

Por otro lado, está pasando algo formidable que ya Lacalle Pou vivió en la campaña del balotaje y que no fue suficientemente analizado: el afianzamiento de un affectio societatis republicano conjunto. Jerarcas de distintos partidos de la CR concurren a actos en común, en los que simpatizantes de distintos partidos de esa coalición los escuchan a todos. Incluso más, el ministro Salinas, por ejemplo, dio un discurso en un comité de CA en el que habló bien de Wilson Ferreira y de José Batlle. En la misma frase. Y todo el mundo aplaudió.

Bajo la sombrilla del republicanismo, se va así forjando una coalición que no desdibuja las figuras de los partidos que la conforman, pero que acepta claramente que hay un patrimonio cultural y político común que debe ser reivindicado. Y todo ocurre con tranquilidad, sosiego, y a la vista de todo el mundo.

Al final de esta campaña se habrá trazado una línea política divisoria en la que por un lado estarán los rosados, de izquierda, con sus referencias bien definidas: Seregni, Váz-quez, Mujica, Astori y todo lo que conforma el panteón histórico del FA, desde Michelini hasta Frugoni pasando por Sendic, Arismendi o Trías. Y del otro lado, estarán los celestes que, sin resquemores, habrán comulgado juntos ya no solamente en la defensa de la tarea común de gobierno, sino en la aceptación de las virtudes de los grandes referentes políticos de los otros partidos con los que comparten la responsabilidad de formar la CR.

Una CR fortalecida; generando identidad en común; y orgullosa de sí misma. Tremendo tiro por la culata.

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