Sumar esfuerzos

HERNÁN SORHUET GELÓS

En un territorio abierto, como lo es el uruguayo, sin grandes barreras naturales y con más de dos siglos de explotación, no resulta fácil la conservación de las especies animales nativas.

Entre el siglo XIX y XX, se han extinguido varias de ellas, como el pecarí de collar, el jaguar, el puma y el guacamayo azul. Otras son cada vez más escasas, y a esta altura se hallan en peligro.

La conservación de la diversidad biológica es la solución ideal. Garantiza que el patrimonio natural se mantenga, al tiempo de permitir el desarrollo de la producción y de los servicios. La cuestión es planificar y organizar bien.

El buen funcionamiento del Sistema Nacional de Áreas Protegidas es una parte importante de esta estrategia, porque le asegura a las generaciones presentes y futuras la permanencia de determinados ecosistemas, con sus especies y su riqueza genética.

Otro camino valioso es la cría en cautiverio -o semicautiverio- y reintroducción en ambientes naturales de ejemplares de ciertas especies de interés.

Consideramos que esta actividad debería ser un objetivo obligatorio de todas las instituciones zoológicas del país. Por fortuna y a pesar de ello, existen buenos ejemplos en ese sentido.

Uno de ellos es la Estación de Cría de Fauna M`Bopicuá, establecida hace casi ocho años por la empresa ENCE, previa autorización del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca. Está ubicada sobre el río Uruguay, a pocos kilómetros de Fray Bentos. Con muy buen criterio la dirección de la misma se le encargó a Juan Villalba, un reconocido especialistas en fauna compatriota.

Uno de los objetivos fundamentales de la estación es reproducir especies que se encuentran en una situación crítica, pero no para exhibirlas al público como en un zoológico convencional, sino para repoblar áreas naturales de la empresa.

Los resultados hablan por sí solos. Se han reproducido especies como el cardenal amarillo, ganso coscoroba, seriema, yacarés, coatíes, mano pelada, guazubirá, pecarí de collar, y lobito de río. En los dos primeros meses de 2008 nacieron cuatro mano peladas, cuatro pecaríes, seis coscorobas y un guazubirá.

Pero el éxito más importante se logró con el gato del pajonal. Este felino es muy escaso y esquivo; de hecho son pocas las personas en el país que lo conocen.

En los primeros días de febrero nació un gatito de pajonal en M`Bopicuá. Se trata de todo un acontecimiento porque su reproducción en cautiverio es, hasta ahora, excepcional. De acuerdo a los registros internacionales, éste sería el quinto nacimiento que se conoce.

Tanto la etapa de reproducción como de liberación se ha cumplido como estaba previsto. Recordamos que en 2003 fueron liberados en Paysandú dieciocho coatíes y treinta yacarés.

Este ejemplo simplemente sirve para demostrar que se puede hacer mucho por la conservación en este país. No es solamente el Estado quien puede y debe trabajar en ello.

El sector privado está en condiciones de destinar recursos y esfuerzos importantes en ese sentido. La población en su conjunto debe jugar un papel clave, comenzando por lo más obvio que es respetar la legislación vigente.

Debemos recordar en todo momento dos premisas fundamentales: 1) La conservación es la esencia del desarrollo sostenible. 2) La fauna autóctona de una región es parte esencial del patrimonio natural.

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