Antes que nada, llevar calma. La ausencia de este autor la semana pasada, no tuvo nada que ver con el texto de hace 15 días. No hubo censuras, ni presiones. Casi (casi) todas las personas entendieron que fue un intento de humor, con mayor o menor éxito. Aunque a alguno le costó entender esa intención, cosa demasiado habitual en este tiempo de literalidad asfixiante. La realidad es que, en un intento por tomar fuerza para una campaña tóxica, y de cumplir la promesa de visitar a un amigo que vive hace 20 años en Indonesia, pensamos perdernos del mapa por unas semanas. Pero en camino a eso, se nos ocurrió revisar las noticias de Uruguay. ¡Para qué!
La explosión de la nueva telenovela que tiene a Romina Papasso como protagonista central nos dejó helados. No solo toda la denuncia contra Yamandú Orsi había sido inventada buscando notoriedad, impacto político, y algo de plata. Sino que también se habría encargado de “entrenar” a varios de los denunciantes del caso que terminó con el exsenador Penadés preso, y su propia denuncia de abuso habría sido un invento.
Realmente, las réplicas de este terremoto informativo prometen estremecer hasta los cimientos a la política nacional. Se nos ocurren un par de comentarios esenciales.
El primero, nuestra idílica sociedad, la democracia más estable y efectiva del continente, tiene unas bases realmente débiles. Alcanza con que un par de personas, con pocos escrúpulos y mucho manejo mediático decidan empezar a tirar denuncias al voleo, para que todo quede patas arriba.
Lo segundo, y muy asociado a esta debilidad, es que el sistema de pesos y contrapesos institucionales en Uruguay está totalmente desvirtuado. Cómo puede ser que alcance con un par de denuncias sin mayor sustento para generar todo este impacto. ¿Ni los fiscales, ni los periodistas, ni los legisladores, ni el otrora prestigioso Consultorio Jurídico de la UdelaR, pudieron filtrar de alguna forma todo este delirio antes de que dañara vidas y reputaciones?
Aquí una apostilla. ¿Por qué el Consultorio Jurídico se convirtió en el brazo legal de Papasso en este bochorno? ¿Por qué se usan recursos escasos del contribuyente para fogonear la ambición mediática de un par de abogados, que ni siquiera hacen bien su trabajo de investigar en qué están metiendo a su institución?
Tercero, Romina Papasso entendió todo. Gracias a que comprendió a la perfección la debilidad institucional generada por la ley de violencia de género, y el morbo de la pacata sociedad uruguaya por cualquier cosa vinculada a la sexualidad, desde hace meses maneja como un titiritero a los políticos, periodistas, fiscales y abogados del país, de una forma que deja como un amateur al propio Jorge Díaz. Y sin sacar pecho ni una vez con ser ajedrecista.
Cuarto, nuestros legisladores, nuestro sistema político, ha pagado carísimo el costo de votar leyes que tiran a la basura aspectos básicos para el desarrollo de Occidente, como el debido proceso, el principio de inocencia, la carga de la prueba en materia penal.
Cosas que para activistas y fanáticos son atavismos propios de una sociedad patriarcal anacrónica, pero que en el fondo son las garantías que separan a una sociedad civilizada de una que no es.
Sí, denunciar un abuso, una violación, es un momento terrible para cualquier persona cuando la ley obliga a dar la cara, a enfrentarse al denunciado, a tener que probar los hechos y dar testimonio. Pero ¿sabe por qué eso es imprescindible? Porque siempre puede aparecer alguien inescrupuloso que use un sistema garantista hasta el absurdo para hacer lo que acabamos de ver. La vida y honra de las personas son valores muy caros en una sociedad libre como para que destrozarlos así sea tan barato.
Si la política, si la persona pública, tiene su honra y buen nombre tan poco protegido, si cualquiera con una denuncia anónima puede despatarrar la carrera de cualquier dirigente, ¿usted qué clase de persona cree que se va a dedicar a la política?
Un detalle más. Es interesante ver ahora cómo dirigentes de la oposición, que han sido los grandes impulsores de estos cambios legales nefastos, (votados por casi todo el sistema político, eso sí) asumen que hay que cambiar cosas, porque les tocó ver que el afectado era Orsi. ¿Se imagina qué pasaría si el denunciado fuera un candidato del oficialismo?
Si algo positivo debe dejar todo este enchastre es que la sociedad asuma que se han hecho las cosas muy mal. Que no alcanza con las buenas intenciones a la hora de votar leyes, y que hay que ser más respetuoso con las instituciones que son el legado de siglos de evolución de la justicia.
Eso sí. Escribir este texto desde un lugar como Indonesia, que la mayoría de los uruguayos miraría por arriba del hombro como un país lejísimo de nuestro nivel institucional y cultural, ayuda tanto a abrir la mente, como conspira contra disimular la vergüenza.