Es una gran alegría y un honor volver, luego de la campaña electoral, a escribir estas columnas en el diario El País, con la misma pasión y las mismas convicciones de siempre.
En estos días en que los partidos que integran la coalición republicana terminan de renovar sus órganos de conducción, se abre una etapa nueva que exige madurez, iniciativa y una visión clara del rumbo político para el país. Tras la elección del nuevo directorio del Partido Nacional, se completan los liderazgos en los partidos de la oposición que integran la coalición republicana. Es momento de dar un paso adelante, conformar de manera permanente y funcional, un ámbito ejecutivo de la coalición republicana que discuta, defina y proyecte una estrategia de cara al futuro. Es momento de comenzar la -largamente reclamada- coordinación de la coalición, la “COCOA” como se le llamaba en el Parlamento en el período pasado.
Pero para que ese ámbito no sea una mesa frágil sostenida por compromisos electorales circunstanciales, sus pilares deben consolidarse con fuerza. El Partido Colorado debe ser columna vertebral, no solo del espacio de centro de la coalición, sino de una visión de país que combine libertad, justicia social y desarrollo humano.
Esto no se logra diluyéndose, ni escondiéndose en zonas grises para evitar el conflicto. Se logra reafirmando una identidad clara, moderna, orgullosa de su historia pero consciente de sus desafíos de futuro. Una identidad que no tenga vergüenza de hablarle a las nuevas generaciones, que proponga ideas sin pedir permiso, que no caiga en la tentación de imitar a los demás (o a sus antecesores) para sobrevivir, sino que se distinga para liderar. Que se siga animando a ser lo nuevo, desafiante y disruptivo sin importar que la vieja política se horrorice.
No hay coalición fuerte sin partidos fuertes. Y no hay Partido Colorado fuerte sin una autoafirmación valiente de su personalidad e identidad política. Lo que nos trajo hasta aquí -desde las ideas de Batlle hasta los liderazgos renovadores del siglo XXI- no puede quedar como un museo de buenas intenciones. Debe ser combustible para el presente y para el futuro.
Mientras el FA adapta su discurso para aferrarse al poder, nosotros tenemos la responsabilidad de ofrecer más que un simple freno o una negativa. La coalición no puede reducirse a una suma de los partidos que la componen. Tiene que ser un proyecto de país. Y para eso, cada partido tiene que aportar desde su esencia, desde su tradición, desde su ADN. Debemos honrar nuestro rol de oposición con la mira puesta en 2029, más aún viendo que el actual gobierno aparece cada día más desordenado y sin rumbo en los temas claves, no podemos perder tiempo y debemos empezar ya a construir una alternativa real.
Insisto, no hay coalición sin Partido Colorado fuerte y eso implica empezar por fortalecer su orgánica, por eso desde que asumimos -recientemente- la conducción le hemos dado un rol protagónico al Comité Ejecutivo Nacional, logramos salir de una lógica habitual en la que este se desdibujaba detrás del gobierno nacional o del Parlamento. Hoy, el Partido Colorado se expresa a través de su CEN, que solo tiene por encima a la Convención Nacional. El Partido Colorado vuelve a marcar agenda y prioriza hacerlo desde sus espacios institucionales, fortaleciendo su identidad.
Esa es nuestra tarea, reconstruir confianza interna, actualizar nuestras banderas, entusiasmar a los colorados dormidos, volver a convencer a los que se alejaron y atraer también a todos aquellos que buscan algo nuevo, moderno y distinto. Seguimos convencidos de que el futuro está en la nueva política. No alcanza con la nostalgia. Necesitamos animarnos a correr riesgos. Porque sin un Partido Colorado fuerte, el Frente tiene garantizado seguir en el gobierno.
Hay una energía nueva que se empieza a notar, jóvenes que se acercan, dirigentes que quieren dar la discusión, equipos técnicos con propuestas, militantes que vuelven a prenderse. Tenemos que estar a la altura de esa confianza. Sin complejos. Sin depender de lo que hagan otros. Con voz propia y con visión de conjunto.
Lo que viene no será fácil. Pero en política, como en la vida, lo esencial es saber quién sos antes de salir a caminar con otros. Si la coalición republicana quiere ser una alternativa sólida al Frente Amplio, necesita que el Partido Colorado sea protagonista. Es hora de terminar con la falsa oposición entre la coalición y la identidad de los partidos que la componen, desterremos los cucos, la coalición representa -nada más, ni nada menos- que la herramienta que nos permite soñar con llevar al Batllismo nuevamente a su lugar natural, al gobierno nacional.
En palabras de Luis Batlle, el Partido Colorado no es un fin en sí mismo, es un instrumento para mejorar la suerte del pueblo.
Y como alguna vez se dijo, colorados como yo, muchos, pero más que yo, nadie.
No es tiempo de luchas fratricidas. Es tiempo de identidad, unidad y renovación para proyectarnos hacia el futuro.