Qué asco

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La expresión del título fue mi contundente respuesta a una andada de videos que envió un amigo a uno de los varios grupos de whatsapp que integro. Eran unos clips de las partes más destacadas de una película danesa, de esas que circulan a granel por la plataforma de mensajería.

“Me parecen una espantosa y lamentable cosificación de la mujer”, me apresuré a tipear, a fin de no dejar dudas sobre mi firme postura frente a las imágenes enviadas. No ante los muchachos, claro, que saben muy bien lo que opino sobre ese tipo de material. Sino de cualquier persona que no forme parte del grupo y quiera usar mis dichos para perjudicarme en caso de que, Dios no lo permita, mi teléfono o el de alguno de los participantes del grupo, sea requerido por la Justicia. Y no es que dude de la dama con la venda en los ojos, faltaba más. Pero ella es apenas un símbolo. La realidad es que la Justicia está manejada por personas, con sus virtudes y miserias, siendo estas últimas la fuente de la preocupación. ¿Qué pasaría si las conversaciones con mis amigotes cayeran en manos de alguien con intenciones de utilizarlas en beneficio propio? Sin ir más lejos, lo que ha venido pasando de un tiempo a esta parte a nivel de Fiscalía y las altas esferas de poder, donde chats privados llegaron a los titulares de algunos medios de comunicación amigos de la izquierda uruguaya.

Y si se filtraron de Fiscalía las charlas de whatsapp de un Presidente, las del lector podrían ser tomadas como un racimo de uvas de la parra del fondo. Así nomás. Se descuelgan y listo.

Usted podrá decir: no me preocupa, no voy a tener problemas con la Justicia. Pero cuántos contactos hay en su celular y cuántos exponenciales contactos le generan cada uno de ellos.

Volviendo al whatsapp, a los pocos minutos de recibidos los videos hot, el clásico tono de la aplicación volvió a sonar. Esta vez anunciaba que otro amigo, en otro grupo, acababa de enviar una foto suya carneando un jabalí cazado por él mismo.

-¡Qué crueldad! -escribí-. Pobre animal.

Sepa el lector que el motivo de las respuestas en ambos grupos es el mismo: Precaución. No dejar flancos abiertos a un potencial enemigo futuro. Como bien dijo un sabio: Soldado precavido sirve para otra guerra.

Uno no puede saber qué va a ocurrir en los tiempos venideros, pero sí debe hacer todo lo que esté a su alcance para no dar changüí. Para que un pillo entongado con un jerarca (la existencia de uno es la prueba de que pueden existir la cantidad que el lector imagine) no se robe la privacidad de uno.

Con los hechos recientes, ha quedado demostrado que la Justicia uruguaya no tiene las condiciones para garantizar la absoluta inviolavilidad de la información privada que exigen como herramienta para investigar. Por lo tanto, ¿debería tomarse esos atributos?

Esto es como la pena de muerte, cuyo argumento en contra más sólido y humano, se basa en la falibilidad del sistema y de las personas que lo integran. A alguien que fue preso injustamente se lo puede liberar. Pero los muertos no resucitan ni aunque hayan sido sentenciados por error. Y muchas de las palabras que uno enuncia en su vida privada, sacadas de contexto o con uno armado con intención, seguramente no vayan a matarlo, pero sí son capaces de causarle un daño irreparable.

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