2024 es año electoral. Para la oposición será continuación de la campaña de queja, palos en la rueda, derrotismo y demagogia que ha practicado desde 2020 hasta la actualidad. A las organizaciones cívicas de la Coalición Republicana que mantiene vigencia, el reto de las urnas las encuentra conduciendo a la Nación. El tiempo que viene les impone tomar posiciones y poner primera rumbo a los comicios.
Para el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, seguirá siendo un tiempo más de trabajo como primer magistrado del pueblo uruguayo. Con la austeridad en el gesto y la tenacidad en el esfuerzo por el bien común que ha practicado desde el primer día de su mandato. Este período de gobierno ha pasado aceleradamente. Contribuyó a ello el huracán planetario desatado por la epidemia de covid-19, un sobresalto que duró casi dos años. Advino a pocas horas de instalada la nueva administración, en un país que en lo principal padecía de inseguridad pública creciente, depredación crítica de la educación pública, y estancamiento económico, con caída del salario real y aumento del desempleo progresivos. El gobierno ante la pandemia llamó a actuar con “libertad responsable” a los compatriotas y tuvo histórica y notable respuesta, con resultados nacionales destacados en el orbe. La oposición hacía entonces “caceroleadas”, pregonaba huelgas y pedía encierro obligatorio con suspensión de la actividad cotidiana total, prédica que respaldaba incluso un núcleo importante de profesionales de la medicina, militantes ideológicos. Basta mirar la tragedia que aplicando soluciones distintas a la uruguaya vivieron Argentina, China, Brasil y Estados Unidos, para calibrar el valor del resultado nacional. Uruguay ”campeonó” también al respecto en la rapidez de la vacunación.
La Coalición gobernante asumió con un nutrido y estudiado programa que recogía los pilares de su gestión. Lo conocía y votó la mayoría del electorado en el 2019. Se le dio carnadura con la Ley de Urgente Consideración (LUC), que le hizo regla jurídica votada por mayoría parlamentaria en el Legislativo. El “palo porque bogas y porque no bogas palos” del populismo frentista se tradujo esta vez en un plebiscito contra el texto legal aprobado. Ni el voto popular ni la decisión del Parlamento le merecieron respeto republicano. Recuérdese que entre los postulados más relevantes de la ley revistaban fortalecer la actividad de las fuerzas de seguridad ante el crimen y el narcotráfico, la reforma de la seguridad social y la reforma de la educación pública. Llamado a plebiscito el pueblo aprobó la LUC.
Encabezaban la LUC medidas dirigidas a proteger a las fuerzas policiales. En el combate al narcotráfico, causa primera del incremento de la delincuencia y los homicidios que conocemos, se sabe, además, que un hecho que da impunidad a los criminales es esconder sus actos, bajo la apariencia de una casa de familia, que es recinto inviolable. Para enfrentarlos es impostergable legislar permitiendo la realización judicialmente controlada de allanamientos policiales nocturnos. El “progresismo” se ha negado a considerar legalmente esta medida.
Con igual irresponsabilidad se oponen a la ley de reforma de la seguridad social y los cambios modernizadores de la educación pública en curso. La opción entre reafirmación republicana o populismo latinoamericano está planteada.