En materia internacional debemos destacar lo acordado el mes pasado en Punta del Este, con la creación del llamado Panel Intergubernamental Científico Político sobre Productos Químicos, Residuos y Contaminación (IPCP).
Luego de varios años de intensas negociaciones, en esta cumbre -auspiciada por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma)- se consiguió posicionar a las naciones para abordar de mejor manera la dura lucha desplegada en esas tres áreas prioritarias de la conservación, compartiendo un mecanismo institucional que será capaz de sumar recursos, compartir conocimientos y de diseñar estrategias globales concebidas para alcanzar los mejores resultados posibles entre todos.
Recogiendo la extraordinaria experiencia aportada por el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) creado por la Asamblea General de las Naciones Unidas hace ya 37 años, se intenta tender un puente directo entre el conocimiento científico más avanzado disponible, la cooperación y la toma de decisiones de gobiernos, empresas e instituciones vinculadas a esos temas.
El Panel estará integrado por los mejores especialistas, y realizará evaluaciones globales a partir del uso de la información más relevante disponible. Identificará y cuantificará los peligros que acechan en materia de productos químicos peligrosos y residuos contaminantes en su más amplio abanico.
Su función más relevante será producir informes analíticos y objetivos que permitan determinar con la mayor precisión posible los riesgos actuales, pero sobre todo poder anticipar amenazas emergentes, neutralizándolas mediante respuestas anticipadas.
Hasta ahora no ha sido posible conseguir este nivel de coordinación y cooperación que se propone con el funcionamiento del Panel.
Desde luego no será una tarea fácil porque son múltiples los intereses nacionales y sectoriales en juego. Pero, como estamos hablando de una crisis global que nadie discute, y que arrincona cada día más a todos los pueblos del planeta, merece que se la tome muy en serio, antes de que escalemos a niveles descontrolados de deterioro ambiental provocado por nosotros mismos.
Grosso modo se acepta que sufrimos una triple crisis planetaria: el cambio climático, la contaminación con residuos y la pérdida de biodiversidad. Las tres áreas están vinculadas entre sí de diferente manera, aunque con puntos de contacto que hacen necesario tomarlos muy en cuenta cuando se diseñan las estrategias y los planes de acción.
Como sucede siempre en asuntos de esta complejidad, existe una pesada burocracia internacional que enlentece y complica los procesos. A pesar de ello no se visualiza otro camino más acertado para abordar con reales expectativas de éxito este gran desafío planetario, lo que hace necesario no escatimar esfuerzos en el apoyo al proceso de creación y funcionamiento del IPCP.
Como dato ilustrativo diremos que la proyección mundial es que cada año la producción de residuos (que es de 2.100 millones de toneladas) aumenta unos 60 millones de toneladas, a pesar de las múltiples campañas y estrategias diseñadas para reducirla.
Necesitamos mucha paciencia y elevados niveles de compromiso para que esto resulte.