Publicidad

Mortimer, Salinas y Talvi

Compartir esta noticia

El pasado domingo se emitió por la Tele el documental Greg Mortimer dirigido por Federico Lemos, en el que se narra la peripecia sufrida por la tripulación y pasajeros del crucero australiano tras el ingreso del Covid-19 a bordo. De una factura impecable y contando con diversos testimonios de los involucrados en la historia, es este un documento valiosísimo que registra un momento dramático en el inicio de la pandemia. La tragedia cotidiana de quienes estuvieron prisioneros en el barco al que ningún puerto quería recibir y la solidaridad de nuestro país para acogerlos y darles primero auxilio médico y luego ser repatriados a sus países de origen, es sin dudas un hito que enaltece a Uruguay. Poco más puede agregarse al respecto y el film narra ese proceso con sobriedad y dosificada carga emotiva.

Pero al mirar el documental muchos habrán reparado también en la presencia de dos figuras de la política nacional que hoy ya no actúan en ella: el ex ministro de Salud Daniel Salinas y el ex canciller Ernesto Talvi. Ambos tuvieron un rol preponderante en ese momento y sus actuaciones están debidamente expuestas en el film. El Dr. Salinas, asumiendo la obligación humanitaria por parte del Estado de dar auxilio a un grupo de personas cautivas del virus, del barco y del mar. El Dr. Talvi, procurando negociar con los países involucrados la repatriación de los damnificados. Los dos cumplieron, junto con el valiente personal médico y las instituciones de salud involucradas, una tarea digna de la tradición del país en asilar, dar cobijo y socorro a aquellos que lo necesitan. Antes, las familias iraníes o los presos de Guantánamo también se beneficiaron de esa actitud en otro contexto.

Visto el documental, esas figuras nombradas regresan al presente con un perfil diferente al que tenían en ese tiempo histórico. El Dr. Daniel Salinas, cuestionado por la oposición antes de asumir como ministro, no solo por el partido al que pertenecía en ese momento sino por haber prestado servicio en el Hospital Militar durante 17 años, no merecía esa desconfianza inicial. Pero su actuación durante la pandemia le valió ser identificado por la población como la personalidad ministerial más sobresaliente del gobierno. Se retiró del mismo en el pináculo de su prestigio y luego de brindar un servicio reconocido por la totalidad del espectro político. Hoy, y más allá de la peripecia puntual del Greg Mortimer, el Dr. Salinas, devuelto a la actividad privada, permanece como uno de los nombres sobresalientes de la coalición de gobierno. Antes, su candidatura a dirigir la Organización Panamericana de la Salud no contó con el respaldo continental necesario.

Distinto es lo que sucede con el Dr. Ernesto Talvi. En el documental se le ve pleno de convicción y orgullo sobre lo que se realizó para ayudar al Greg Mortimer. Derrocha satisfacción por lo actuado y trasunta las virtudes que lo llevaron a ser candidato a Presidente por el Partido Colorado -luego de derrotar al Dr. Sanguinetti en la interna- y cosechar más de 300 mil votos en las Elecciones Nacionales. Después, nombrado canciller, y afrontando con todo el gobierno el inicio de la pandemia, asumió un protagonismo visible al propiciar repatriaciones y vuelos sanitarios con un entusiasmo que lo hizo estar en la misma pista del aeropuerto, a horas insólitas, despidiendo repatriados. Pero, tiempo después, esa visibilidad y despliegue se truncó con la renuncia a su cargo ministerial, a su banca en el Senado y a la conducción de su sector del partido. Esa secuela de renuncias nunca fue aclarada debidamente por él, su grupo político y el propio gobierno al que pertenecía. En todo caso, los argumentos que ofreció el Dr. Talvi remitieron a la tardía comprobación de que la política no era lo suyo. Los miles de votantes que lo llevaron a donde llegó en política esperan todavía una explicación clara y contundente de las razones que lo impulsaron a tamaño renunciamiento.

Lo anterior remite a cómo dos figuras académicas de primer orden se unieron en la gesta de apoyo al Greg Mortimer y hoy ya no transitan la senda de la política. Habiendo insinuado y demostrado cualidades que hubieran cimentado una provechosa carrera al servicio de la sociedad, por diferentes motivos hoy ambos han salido de ese escenario.

El Dr. Salinas lo hizo luego de timonear la cartera de Salud en circunstancias muy adversas, afrontando, junto a los calificados profesionales del GACH y el resto del gobierno la tormenta perfecta en el incierto mar de la epidemia. En cambio, el Dr. Talvi, luego de un vertiginoso ascenso en un territorio que él desconocía, se deshizo de todo lo conquistado y frustró las esperanzas de quienes veían en él una figura renovadora y distinta en el ámbito político. Un académico todavía joven y dueño de un especial carisma por su manera de encarar grandes temas que el país tenía y tiene en el debe, terminó encarnando uno de los mayores fiascos que ha ofrecido la política en tiempos recientes.

En el mundo, la política atraviesa una era de líderes que en algunos casos implican un peligro para la democracia. La aparición de outsiders poco preparados o autoritarios, de figuras de otros ámbitos que medran con su popularidad o el ascenso de fenómenos antisistema -como lo acaban de demostrar las PASO en Argentina- está llevando a la democracia representativa a una verdadera encerrona. Por eso, cuando desde la academia llegan personas valiosas dispuestas a trabajar por la sociedad o el bien común, se generan expectativas y crece la sensación de que es posible una renovación de los elencos políticos.

El ascenso de Salinas y Talvi en un mismo gobierno, generó esa ilusión. Sin embargo y en diferentes registros ambos desbarataron esa posibilidad. Uno, Daniel Salinas, luego de cumplir un ciclo impecable y brillante, resuelve alejarse de aspiraciones políticas cuando pudo ser un presidenciable de fuste para la Coalición Republicana. El otro, Ernesto Talvi, abandonando de un día para el otro un capital político ganado con esfuerzo y dejando en la total orfandad a quienes lo habían acompañado en el ascenso. Está claro que la defección de Ernesto Talvi fue mucho más dañina para su partido y para el sistema que la de Daniel Salinas, porque este no tenía un caudal de votos detrás.

El documental sobre el Greg Mortimer consigna eso de forma indirecta, porque viendo a los dos aludi-dos, se tiene la sensación de qué quizá hay algo en la política que atrae y a la vez expulsa sin que nadie lo explique a fondo para que lo entendamos.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad