La noticia se conoció el martes último y dejó perplejos a todos aquellos que creemos en la libertad y la democracia como los valores supremos y sagrados de una sociedad.
Me refiero a los ciudadanos cubanos que fueron condenados, por delitos de sedición, a penas de hasta 25 años de cárcel por haber participado en las protestas de julio 2021 en La Habana y otras ciudades de la isla.
Según la agencia de noticias France Press, esta semana la fiscalía cubana informó que, “resultaron sancionadas 381 personas, incluyendo 16 jóvenes con edad entre 16 y 18 años, fundamentalmente por delitos de sedición, sabotaje, robo con fuerza y violencia; atentado, desacato y desórdenes públicos”.
Cabe recordar que las protestas estallaron el 11 de julio, cuando decenas de miles de cubanos se lanzaron a las calles al grito de “Tenemos hambre” y “Libertad”. Las manifestaciones que se prolongaron, al menos, por dos días consecutivos, dejaron un saldo de una persona muerta, decenas de heridos y cerca de mil cuatrocientos detenidos. Entre los detenidos estuvo la periodista Camila Acosta del diario español ABC.
Una vez más la tiranía que, desde 2019, encabeza Miguel Díaz Canel demostró que nada ha cambiado en Cuba. Transcurrieron sesenta y tres años de una revolución que no solo impuso una siniestra dictadura en la isla, sino que poco después entrenó y financió a buena parte de los movimientos guerrilleros que pulularon en América Latina. En todo este tiempo cuatro generaciones nacieron y se criaron bajo ese oprobioso régimen que no le puede asegurar el pan a sus hijos y que castiga con cárcel a quienes se atreven a decir públicamente que tienen hambre.
¿Qué se puede esperar de un régimen que sigue expulsando a sus hijos que huyen hastiados de un sistema perverso en el que no pueden ganarse el sustento alimentario más básico y en el que intentar ejercer la libertad se castiga con persecución y cárcel? ¿Y sino basta con preguntarle a los centenares de cubanos, tal vez miles, que han llegado a nuestro país en los últimos tiempos y que trabajan como deliverys o en empresas de limpieza? Se sabe, Uruguay es la escala previa para llegar, quién sabe a qué precio ,a los Estados Unidos o a España.
La noticia es indignante. Pero tan reprobable como la información es el silencio cómplice y la falta de condena por parte de los sectores de la izquierda vernácula que siguen rindiendo tributo a la infamia.
Nada ha dicho al respecto el presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, inmerso en estos días en el negacionismo de la realidad del Uruguay. Se sabe para Pereira y buena parte de sus compañeros Cuba no es una dictadura, como tampoco lo son Nicaragua y Venezuela.
A propósito, el régimen de Nicolás Maduro protestó ante el gobierno uruguayo porque le negó el ingreso al espacio aéreo nacional a un avión de la empresa venezolana Emtrasur. El caso le quema hoy las manos al gobierno argentino que, por todos los medios, intenta tomar distancia de algo que huele a espionaje iraní, terrorismo y narcotráfico.
Habrá que esperar al martes próximo para saber con qué se descuelga el Frente Amplio, que convocó al Parlamento al ministro de Defensa, Javier García. Mientras tanto y más que siempre, Patria y Vida.