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Lula está rabioso

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Lula, yerro tras yerro, ha perdido autoridad; ya no es creíble. Además está rabioso porque su colega y vecino Javier Milei lo ha desplazado del centro de atención. Todo el mundo habla del argentino y con entusiasmo -a favor y en contra, cierto-, en cambio Lula ha pasado a un segundo o tercer lugar y decepcionando: no da pie en bola.

Al asumir su tercera presidencia dio a entender que esta vez venía con el ánimo de guiar al mundo y como mensajero de paz dispuesto a recibir los premios Nobel y Lenin. Pero eso pasó y hoy haría cualquier cosa por atraer los focos. Si es preciso iría en tanga a la próxima Asamblea de la ONU, a la que Brasil quiere reestructurar. ¿Es exagerado decir eso? ¿Es estúpido o una insensatez? Quizás no tanto, sobre todo si lo comparamos con lo que Lula dijo respecto a la guerra en Medio Oriente, en lo que se habrá de conocer como “el grito de Etiopía”.

“Lo que está sucediendo en la Franja de Gaza con el pueblo palestino no ocurrió en ningún momento histórico, excepto cuando Hitler decidió matar a los juicios” dijo Lula. Itamaraty le tendría que haber advertido que sin remontarse tanto no hace ni cinco meses los terroristas de Hamás que van por la desaparición de Israel, decidieron salir a matar judíos. Y lo hicieron: en un rato nomás mataron unos 1.200, degollaron bebés, niños, ancianos, mujeres y todo lo que se pusiera a tiro. Incendiaron casas y por si fuera poco se llevaron como rehenes a más de dos centenas, incluidos ancianos, mujeres y niños.

La guerra en Gaza nos duele a todos. Todas las guerras duelen, todas son indeseables, llega un momento en que ambas partes ya no tienen razón. En la guerra se miente, se censura y campean la hipocresía y el cinismo. Y en esta, hoy sin embargo, la solución parece tan simple: bastaría que quienes fustigan tanto la furia del ejército israelí consiguieran que los buenos muchachos de Hamás liberaran a los rehenes, sin nada a cambio por supuesto. Con ello el clamor sería mayoritario y creíble: ya esta bien; ¡basta!

Qué pasa con los que están en la línea de Brasil ¿no pueden lograr la liberación de los rehenes?, ¿no les hacen caso?, ¿o por el contrario creen que lo que los terroristas hicieron el 7 de octubre es lo correcto? Entonces serían socios, cómplices; pertenecen a uno de los bandos, ¿y además quieren ser mediadores?

Lula es un caso típico. Era el gran mediador para Ucrania, en base a que no hubo invasión rusa, sino que fue la respuesta a provocaciones de la OTAN y la UE. Suavizó algo su postura: los rechazos y abucheos surgían a granel. Le ocurrió en su propia región en que quiso relanzar la figura de Maduro -el demócrata- y tampoco le fue bien. Hasta el chileno Boric se le cabreó.

Está difícil para el Nobel; quizás el Lenin. Y por qué que no: Lula decididamente ha alineado a Brasil en contra de Occidente; está con los regímenes autoritarios, no democráticos, con los movimientos terroristas, con Irán y a la orden de Putin y Xi Jinping.

¿Lo hace por mandato del Foro de San Pablo? ¿Ha engañado a los militares brasileños y a Itamaraty con el cuento de que él es un líder global?, ¿o Lula decididamente actúa por orden de Itamaraty y militares acunados por sus sueños imperiales? Quieren ser virreyes, por lo menos; antes de los EEUU, ahora de Rusa y China; además quieren tener un mejor asiento en la ONU. Hay que estar alerta. Sobre todo los vecinos.

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