Las fábulas y los mendaces

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diego fischer
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Las fábulas de Esopo datan de antes de Cristo. Ellas se han trasmitido a lo largo de los siglos por tradición oral o por escritores, que las han recogido y usado en sus obras para intentar demostrar a generaciones de niños que no se debe mentir.

En la época que yo cursaba Primaria, allá por fines de la década de 1960, las maestras nos las enseñaban en clase. Se detenían siempre en su moraleja y nos explicaban que mentir no solo estaba mal sino que las mentiras tienen siempre patas cortas. Recuerdo particularmente a Adelaida y a Ema, mis maestras de preescolar y tercer año respectivamente. A través de ellas conocí a El pastor mentiroso, a La zorra y las uvas, a El lobo disfrazado de cordero, a La zorra y la cigueña, a La liebre y la tortuga y tantas otras. Aquellas docentes no hacían más que inculcarnos a través de relatos breves los valores esenciales para conducirnos en la vida. En las moralejas de estas fábulas estaban la solidaridad, el esfuerzo para alcanzar las metas en la vida, la humildad y, siempre, siempre las nefastas consecuencias de mentir y de vivir en la mentira de tal forma que termináramos creyendo que es la verdad.

En estas últimas semanas me he acordado tanto de Esopo y de las enseñanzas de mis maestras. Nunca había escuchado o leído tantas mentiras en tan poco tiempo.

Resulta difícil hacer un ránking de las mentiras lanzadas por todos lados ¿Cómo hacerlo cuando la acción de faltar a la verdad deliberadamente ha sido y es un ejercicio permanente de los publicistas y los principales dirigentes que aspiran a derogar ciento treinta y cinco artículos de la LUC?

En ese cúmulo de dislates, hubo ruedas de vehículos que fueron tajeadas como inicio de campañas sucias, fotos en que policías destrataban a jóvenes (en Argentina), estudios jurídicos de políticos colorados que representan a la Metro Goldwyn Mayer y que obligaron a la pantera rosa a desaparecer de escena, denuncias sobre abusos policiales a troche y moche y obispos truchos de la iglesia Católica que invitaban a votar por el Sí el próximo 27 de marzo, grabando su convocatoria en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo. No faltaron las denuncias sobre planes diabólicos del oficialismo para privatizar la enseñanza y proyectos elaborados por mentes siniestras del gobierno para desmantelar Antel y desalojar en tropel a inquilinos de las casas que han alquilado en el último año y medio. Hubo paros generales para que el Día Internacional de la Mujer pasara sin pena ni gloria y acusaciones de abusos del Poder Ejecutivo a la hora de adjudicar la cadena de radio y televisión. Y hasta la Justicia ligó improperios de los desbocados mendaces.

Faltan ocho días para que los uruguayos ejerzamos el derecho más sagrado que tenemos y que tanto nos enorgullece, votar. Lo hemos hecho siempre libremente, sin engaños ni patrañas. Colocar la semana próxima en la urna la papeleta que más nos identifica y que mejor expresa nuestro pensamiento, nos hace sentir más orientales que siempre. De nada servirá que nos sigan mintiendo o que pretendan cambiarle la celeste a nuestra selección de fútbol ; demuestran ,una vez más, qué poco les importa el país y sus tradiciones más caras. Se sabe que el pasado nunca vuelve;el futuro es lo que cuenta. Nada se construye sobre la mentira, y sino lean a Esopo.

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