El temario político uruguayo, es decir, el universo de asuntos que se discuten entre los actores políticos, politólogos y periodistas, es eminentemente doméstico: a lo internacional se le da poca bola. En un país chico lo internacional tiene su importancia. Quizás como por ser chicos no tenemos posibilidad de incidir, por eso no prestamos atención. Pero es una ingenuidad perezosa. No podremos incidir en los rumbos que se toman en el mundo y ni siquiera en la región, pero podemos y debemos estar atentos, saber lo que pasa, para poder acomodar el cuerpo cuando fuese necesario.
Lula está en un pedestal para muchos uruguayos: confunden entenderse con Lula con entender al Brasil. El primer viaje de Orsi fue a Brasil (¿o fue a Lula?) Creer que Lula es el Brasil es una equivocación. El Lula del 2025 no es aquel de la primera presidencia. Hoy el P.T. no tiene mayoría en ninguna de las dos Cámaras, ha perdido la titularidad de los estados importantes (Sao Paulo, Minas, Rio), el gobierno nacional presenta un déficit fiscal descontrolado (hasta hay un proyecto presentado de aumentar el número de diputados), Lula tiene menos de 50% de aprobación popular y enfrenta elecciones el año que viene. Los desvelos de nuestro gobierno actual para conseguir alguna ventaja con Brasil acariciando a Lula van a quedar en el aire.
Brasil integra el grupo llamado BRICS (Lula cree que lo dirige). Originalmente era un grupo de economías importantes: Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica (de ahí el nombre). Hoy se le han sumado países como Etiopía y ya no es lo que era. A la reunión anual celebrada esta vez en Brasil no concurrieron ni Rusia ni China. Brasil quiere a Uruguay en ese grupo. Trump ya prometió cargarlo con aranceles de 50%.
En la Argentina todo es entre desconcertante y, a la vez, escandaloso. Acá, aunque parezca increíble, se levantaron voces (el Pit-Cnt, el Partido Comunista) rechazando la prisión de Cristina Kirchner y proclamando su inocencia. Por otro lado, solo los niveles gigantescos de corrupción acumulada en los gobiernos kirchneristas explican que una persona desequilibrada y sin partido político propio como Milei haya sido elegido presidente y gobierne la Argentina. La Argentina de los Kirchner nos cerró los puentes durante cuatro años. La Argentina de Milei ha duplicado, por su cuenta y contra la letra explícita de los tratados, el peaje de la Hidrovía (que es la vida para Nueva Palmira, segundo puerto del Uruguay).
Nuestro país es competidor con los países que los poetas llaman hermanos, Argentina y Rio Grande do Sul, en los mercados de los productos primarios de exportación. Nuestra producción es más cara por el costo de combustible (ellos lo producen, nosotros lo importamos) y por el costo país (burocracia estatal y sindical). Nosotros somos más estables y tenemos un investment grade que ellos no tienen.
Por último: el mundo se está reacomodando (o desacomodando) al embate de dos grandes potencias -EE. UU. y China- y con un resultado final aún incierto. Dejando de lado el costado entre ideológico con el que este asunto se ha revestido, en lo propiamente diplomático Uruguay tiene que ir pensando, sin prisa y con discreción, los caminos que le conviene dejar abiertos en función del interés nacional permanente.