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La furia apenas ha comenzado

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La situación que se está presentando en Venezuela no es inédita. Lo que sí es inédito es el descaro con que se ha anunciado el propósito de destruir a la oposición democrática venezolana; es inédito el descaro con que la operación -en rigor, terrorismo de Estado- se está ejecutando; e inédito el descaro con que el poder exhibe su objetivo, que no es otro que impedir las elecciones presidenciales previstas para este año.

¿Qué ha cambiado para que el descaro, la puesta en escena, carezca en esta oportunidad de toda forma de disimulo? Esencialmente esto: que el régimen de Maduro, finalmente, le ha visto la cara al más grande de sus miedos: el de una sociedad que, en una indiscutible mayoría, le ha dado la espalda de forma tajante. Sin regreso. Hasta ahora, el rompimiento entre régimen y sociedad, que comenzó a acentuarse en 2016, y que desde entonces no ha cesado de extenderse, dejaba alguna rendija para alguna posible reconsideración. Pero ahora es distinto. Radicalmente distinto. La catástrofe del referéndum sobre el territorio Esequibo, el pasado 3 de diciembre, mostró, sin que hayan podido ocultarlo, que el chavismo-madurismo se ha quedado sin bases.

Esta afirmación no se refiere exclusivamente a la sociedad venezolana en su conjunto. El deterioro tiene un alcance mayor y más amenazante, porque ha llegado y penetrado a las bases chavistas.

Este escenario, sin que sea necesario agregar otros elementos, es aterrador para el régimen. Es la amenaza de una derrota inminente. Por eso la desesperación de Maduro, Cabello y demás socios. Esta voluntad política de cambio, cada vez más extendida en todos los estratos sociales, no solo explica la desesperación, también nos advierte de que un poder históricamente peligroso, puede serlo más todavía. Puede empeorar, tal como está sucediendo ahora mismo.

Puesto que la jugarreta del referéndum sobre el territorio Esequibo resultó un fracaso y sucumbió sin remedio, se ha dado inicio a una primera etapa de hostigamiento: invención de conspiraciones; detención arbitraria y violatoria de las leyes, de dirigentes del partido Vente Venezuela; detención de dirigentes sindicales; detención de militares a los que, además, han sido degradados; formulación de acusaciones a personas de impecable trayectoria como Tamara Suju y Sebastiana Barráez; esfuerzos diversos para crear un ambiente de inestabilidad e incertidumbre en el país, cuya hoja de ruta -esto es evidente- no es otra que imponer un ambiente de terror. El gobierno de Maduro está decidido a enlodar la atmósfera venezolana. Este es el camino que los venezolanos enfrentamos: violencia en las calles; uso de los poderes públicos para castigar a la oposición; creación de falsos expedientes y delitos para aislar a María Corina Machado del resto de la sociedad. Vienen días en los que el Sebin, la Dgcim, los colectivos, la Policía Nacional Bolivariana y otros enmascarados arremeterán contra los ciudadanos indefensos e inocentes.

No solo toca cuidarse de estos peligros, mantener con pulso firme el camino electoral; también toca luchar por la liberación de todos los presos políticos que hay en el país: los de días recientes y los que llevan años sometidos a la injusticia.

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