Andres Oppenheimer
El proyecto de ley de reforma inmigratoria que se está debatiendo en el Congreso de Estados Unidos hará más fácil a los profesionales extranjeros lograr la residencia permanente en Estados Unidos. Pero, como contrapartida, podría incentivar la fuga de cerebros de países en vías de desarrollo. La mayoría de los 12 millones de trabajadores indocumentados en EE.UU. podrían recibir la residencia permanente, pero los que tienen títulos universitarios tendrán una enorme ventaja.
Según la legislación propuesta, habrá un sistema de evaluación en que los inmigrantes serán calificados por sus méritos en una escala de 100 puntos. Y los inmigrantes con doctorados o maestrías que hablen inglés tendrán automáticamente la mayor cantidad de puntos.
Mientras que los médicos, científicos y otros profesionales extranjeros con títulos de posgrado automáticamente obtendrán 28 puntos, los inmigrantes que no hayan terminado la escuela secundaria tendrán sólo 5 puntos. Asimismo, los extran-jeros que hablan inglés automáticamente obtendrán 15 puntos, mientras que quienes sólo aprueben un examen de inglés básico obtendrán 6 puntos.
En otras palabras, un científico de México o la India que habla inglés empezaría con 43 puntos, mientras que millones de aspirantes a residencia permanente que no tienen diplomas universitarios ni hablen bien inglés empezarán con 11 puntos.
No hay nada de malo en que Estados Unidos les ponga una alfombra roja a las mentes más brillantes del mundo. Y tampoco sería justo culpar a los graduados de universidades extranjeras de buscar una vida mejor, o mayores oportunidades profesionales en el primer mundo.
Sin embargo, Washington tendría que estar conciente sobre las posibles consecuencias no intencionales de su propuesta de reforma migratoria, porque la misma podría acelerar la tendencia actual de los países industrializados de captar las mentes más brillantes del mundo en desarrollo.
Según el Instituto de Política Migratoria, un centro de expertos de Washington, cada vez más países industrializados están adoptando sistemas de admisión de inmigrantes por puntaje.
Canadá inició un sistema de puntaje en 1967, Australia en 1989, Nueva Zelanda en 1991, y Gran Bretaña en 2001. El año pasado, Gran Bretaña decidió que los graduados de las 50 mejores escuelas de negocios de todo el mundo automáticamente recibirán los 75 puntos que el país requiere para la residencia permanente. La Unión Europea también está estudiando un sistema de puntaje.
El otro lado de la moneda es que, según nuevos estudios del Banco Mundial, en muchos casos los países en vías de desarrollo salen ganando cuando sus científicos y profesionales van a vivir a países ricos.
India, Taiwán y varios países de Europa del Este se beneficiaron enormemente cuando sus científicos e ingenieros se mudaron a los EE.UU., iniciaron empresas allí, y luego las integraron con operaciones en sus países de origen. En lugar de una "fuga de cerebros", se dio una beneficiosa "circulación de cerebros``.
Y muchos países de América Latina se están beneficiando de los más US$ 65,000 millones en remesas familiares de sus expatriados en los Es-tados Unidos. Mientras más educación tienen sus migrantes, más dinero envían a casa.
Sin embargo, muchos expertos están preocupados. Seguramente habrá países que se beneficiarán de la "circulación de cerebros", pero otros verán una "fuga de cerebros" que los perjudicará, afirman.
Mi opinión: nada impedirá que los países ricos den preferencia a inmigrantes con mayor educación, o que estos últimos busquen mejores oportunidades en el extranjero.
Pero EE.UU. debería contemplar el otro lado de la moneda, y -en lugar de cortar la ayuda extranjera, como ha estado haciendo- aumentar su ayuda a los sistemas educativos de los países en desarrollo.