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San Felipe

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JUAN ORIBE STEMMER
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Una cosa lleva a la otra. Mientras espero, confortablemente sentado, que alguien en la Intendencia de Montevideo se digne a explicar la decisión de celebrar los tres siglos de la ciudad en la forma y fecha menos adecuadas,

las columnas que he escrito sobre el tema han tenido una derivación interesante y pertinente: ¿cómo se llamó Montevideo en su primer siglo?

Al igual de muchos suelo referirme a la ciudad, en sus primeras décadas, como San Felipe y Santiago de Montevideo. Sin embargo, la profesora María Emilia Pérez Santarcieri tuvo la amabilidad de hacerme notar que ese nombre no era correcto y me recordó que ella había enviado una nota sobre este tema a la sección Ecos de El País, hace unos meses. El desarrollo del conocimiento es un proceso casi sedimentario, donde cada escritor hace un pequeño aporte que se deposita sobre las capas anteriores y así sucesivamente. Es la forma de progresar. Por lo tanto, bienvenido el comentario.

La interesante observación y la calidad de quien la hizo solamente podía tener una consecuencia: era necesario zambullirse en los libros y papeles, entre nubes de polvo y polillas, a la búsqueda de la información. Una grata empresa que siempre me recuerda la frase de Pérez-Reverte: “Yo no tengo ideología, tengo biblioteca”.

El problema básico es que como no hubo, o no se ha encontrado, un acta de fundación de la ciudad, no existe certeza ni sobre la fecha precisa de su creación ni sobre su nombre.

Los primeros documentos llaman a la ciudad San Felipe de Montevideo. A secas. Por ejemplo, en un oficio de octubre de 1728, el ministro Patiño escribió a Bruno de Zabala para informarle que había dado cuenta al Rey “de las varias diligencias con que se procuraba perfeccionar la fortaleza de san Felipe de Montevideo, después que abandonaron los Portugueses el Puesto.” En el Libro de Padrón de la ciudad (diciembre de 1726) consta: “se le señala a esta nueva Población y Ciudad de San Felipe de Montevideo y Repartimiento de Cuadras y Solares, tierras para chacras y Estancias que se ha de hacer a los Vecinos y pobladores…”. Lo mismo en la primera sesión del Cabildo. El acta de la reunión comienza con la fórmula: “En la Ciudad de San Felipe de Montevideo a treinta días del mes de enero de mil setecientos treinta…”

En el caso del Cabildo esa práctica se mantiene hasta, aproximadamente, noviembre de 1785. El acta del 17 de ese mes, inaugura una nueva fórmula: “En la Ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo…” Aquí parece comenzar un período de transición en el que se utiliza en algunos casos la denominación anterior y en otros la nueva. Hasta 1790 cuando, finalmente predomina la formula San Felipe y Santiago

Algo parecido sucede con los planos de la ciudad. Los primeros aluden a ella como San Felipe. Un plano de 1812, en cambio, se refiere a “la Plaza de San Felipe y Santiago de Montevideo”.

Esa denominación se mantuvo (con algunas excepciones interesantes durante el período artiguista), hasta el final de la Provincia Cisplatina. En 1825, un acta del Cabildo comienza, modestamente: “En la Muy Fiel Reconquistadora y Benemérita de la Patria Ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo Capital del Estado Cisplatino a veintiocho de Noviembre de mil ochocientos veinte y cinco.”

¿Tanteador? Sugiero un empate 1 - 1 entre la profesora y este periodista.

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