Entramos en la primera curva de la campaña camino al referéndum por la LUC; sin dudas, una curva cerrada.
Con sorpresa y pena asistimos a un lanzamiento de campaña del matrimonio electoral entre el Frente Amplio y el Pit-Cnt que muestra que para este bloque, el fin justifica los medios, y ese fin es meramente electoral. Tanto los spots como los discursos de sus dirigentes, apuntan a presentar una cruzada contra un enemigo imaginario, ese enemigo que desearían tener. El enemigo que siempre necesitó parte de la izquierda para definirse.
El comando eligió como eslogan “La LUC no es Uruguay”. Este juego de palabras encierra un peligroso razonamiento intentando montar un escenario de ellos contra nosotros, auto-adjudicándose así el monopolio de la Patria. La lógica sería: si sus leyes y sus soluciones para los problemas del país no son Uruguay, ellos no son Uruguay, y por lo tanto los que estamos en contra, sí.
Entre octubre y noviembre de 2019, las mayorías populares votaron cambiar, y más específicamente votaron qué cambios querían y quiénes serían los que los lleven adelante. La negación de la derrota electoral está implícitamente expresada en esta campaña.
La gente no fue tonta cuando los eligió, y tampoco lo es ahora que no los eligió.
Por otro lado, está el vanguardismo de creer que solo un grupo iluminado tiene las respuestas y soluciones correctas en su mazo. Casualmente ese mazo siempre tiene las mismas soluciones y los mismos adjetivos para los distintos problemas.
Si uno sigue discusiones de hace ya 30 años sobre leyes importantes para la modernización del Uruguay como fueron la Ley de Puertos o la Ley Forestal entre otras, veremos como no cambian los términos, los adjetivos, incluso los agravios: “gobierno neoliberal”, “represivo”, “privatizador”, “de ajuste”, “recorte de derechos”.
Pasan los años, cambia el contexto, cambia la situación del país y del mundo, pero no el glosario de deseos. Si usted lector/a al discutir con una persona sobre fútbol, religión, política e historia escucha siempre los mismos adjetivos, las mismas palabras exactas, pero para diversos temas, ¿no desconfiaría? Suena a libreto, o a dogma.
Ese enemigo que desean tener no existe en nuestro país. Menos aún para los que no creemos en el Uruguay de los buenos y los malos, y menos aún en la absurda soberbia del monopolio de la Patria. Es que a algunos simplemente no nos gustan los monopolios.
La campaña camino al referéndum seguirá su curso pero habría particularmente dos situaciones que le harían muy bien a la discusión. En primer lugar que dirigentes oficialistas no utilicen la exageración ni el miedo para explicar y defender la ley. La LUC tiene 15 meses de vigencia, y por sus resultados se defiende sola. En segundo término que los sectores menos radicalizados del Frente Amplio se desmarquen de esta campaña absurda, y que con los argumentos que puedan tener salgan a explicarle a la gente su punto de vista.
Eso que nos hace tan uruguayos, y tan orgullosos de serlo, como nuestra estabilidad democrática, se cuida todos los días. El referéndum no es el fin del mundo. Uruguay es una gran comunidad espiritual que se merece una campaña con altura y respeto. Entre adversarios, no enemigos.
Los orientales se lo merecen. Todos, los que defienden la ley, los que la pretenden derogar y los que aún no saben.
Todos igual de orientales.