En su columna días atrás y en esta misma página, el senador Pedro Bordaberry opinó, con su agudeza conocida, sobre las elecciones departamentales próximas y la relación entre el Partido Nacional y el Colorado. Pocas horas después, el secretario general de su CEN, el senador Andrés Ojeda, expresó una visión similar, palabras más palabras menos. El concepto: los blancos si quieren el apoyo colorado para las intendencias donde no hay Coalición Republicana deben pronunciarse sobre su decisión a extender la CR a todos los departamentos para 2030. Hoy existe en Montevideo, Canelones y Salto. Sería algo así como garantizar que esta es la última vez donde no hay coalición para todos los gobiernos departamentales.
El planteo colorado es interesante, y no puede tomarse como un emplazamiento, que ni parece la intención ni sería de recibo. Así que vamos a verlo en sus aspectos positivos, que así debe ser.
La primera conclusión es que coincidimos en la necesidad que las lecciones aprendidas, algunas dolorosas, nos hagan recapacitar sobre la necesidad de avanzar con el instrumento coalicionista. Blancos “como hueso de bagual”, colorados “como sangre de toro”, independientes, cabildantes, partido de Lust, todos con sus banderas bien firmes, sin fusiones ni perdidas de identidad, pero inteligentes en que la camiseta no sea más importante que los valores comunes. El proyecto de libertad y de buenas gestiones departamentales que nos identifican debe ser lo central. De hecho ya en muchos departamentos esta coalición existe, sin la formalidad de un lema común pero hecha por la fuerza de la realidad, y ha resultado victoriosa.
Otra conclusión es que después de las departamentales del próximo mayo y luego de cinco años de gobierno nacional coalicionista liderado por Lacalle Pou y de la comprensión que separados no hay victoria, será más fuerte aún el reclamo de la opinión pública para que los partidos avancen y consoliden la coalición. Esperemos que no suceda, pero si se llegara a perder algún departamento por no tener coalición, el pedido será exigencia.
Lo departamental se cae de maduro, personalmente opino que deberíamos haber llegado con una Coalición Republicana más extendida a otros departamentos. Circunstancias que no es momento analizar a dos meses de las elecciones “subnacionales”, impidieron que así fuera. Con humildad deberemos reconocer que si tuviéramos CR en algunos departamentos que están desafiados por el FA, la victoria sería segura y sin riesgos.
Es lógico que todos los partidos quieran tener el mejor desempeño, y eso tiene que lograr la CR: que sea fuerte porque sus partes lo son. No es indispensable que se creen más partidos para que sea más grande. Alcanza con que cada colectividad aumente en adhesión y militancia para que la CR esté robusta y pronta para ganar. La identidad de los partidos como tales, con sus historias y su pasado que nos enorgullece, es imperioso que se mantenga y fomen-te. Pensar en fusiones sería además de impropio, absolutamente ineficaz. No es por dilución que se crece sino por agregación. La Coalición es tal por la plura- lidad de partidos y por la fuerza de nuestras coincidencias que se fundan en valores de libertad y humanismo. Cada uno entona como mejor sabe y quie- re esas sensibilidades comunes, a partir de su perfil propio.
Tenemos por delante el cierre del ciclo electoral que comenzó en junio pasado con las internas. Obviamente el premio mayor de la elección nacional (presidencial y legislativas) tuvo el resultado conocido y por nosotros no querido. Pero es la realidad. Ahora viene la elección departamental y municipal. Tiene la importancia tremenda de poder ser un “equilibrio imperfecto” con respecto al peso del FA en lo nacional. La historia electoral desde que hay separación en el tiempo de la elección nacional con las departamentales indica que el tránsito de votos de un partido a otro entre octubre/noviembre y mayo es muy grande. Hay departamentos donde el FA gana en octubre y pierde lejos en lo departamental. El ciudadano elige bien diferente en cada caso.
Por eso esta elección de mayo reviste una característica clave. Será una señal, la primera luego de noviembre, sobre nuestras posibilidades de futuro. Contestar el planteo colorado a 60 días de la elección y con la campaña electoral ya lanzada en los departamentos, con realidades bien distintas sería entrar en una dinámica que los tiempos electorales y políticos no permiten. Incluso hasta nuestro propio Partido Nacional tiene pendiente para pasado mayo elegir su nuevo Directorio.
Sin embargo, empieza a madurar una cultura coalicionista entre la ciudadanía. No podemos “arrebatar” el debate, si queremos que madure y cuaje.
Lo que quizás no queden dudas es que en el 2030, si desde ya caminamos en sintonía, las elecciones departamentales encuentren a la CR ya no solo en tres departamentos como ahora, sino en todos. Sería ilógico que lo que entendemos bueno para tres no lo sea en diecinueve. Hacia allí vamos.