Ética y estética

SEGUIR
diego echeverría
Introduzca el texto aquí

La ética es ese instrumento de filosofía moral que tiene como objetivo el estudio de la conducta humana, lo correcto, lo incorrecto, lo bueno y lo malo.

Es una disciplina complejísima y profunda, llena de interpretaciones y dificultades. Intrínsecamente vinculada con la sociología, la Historia y la Política. Es una disciplina que requiere una delicadeza quirúrgica.

Tal vez por eso la Política (o mejor dicho, algunos actores políticos) optan por la estética, más simple, minimalista y básica, que hasta su origen etimológico viene del griego y significa percepción, sensibilidad, sensación. Los juicios estéticos son más superficiales y personales, no son ni profundos ni generales como los juicios éticos.

Este preámbulo pseudo-aristotélico viene a razón de la estatura del debate político que parte del sistema quiere plantear.

El Frente Amplio se mueve contra el gobierno, sin importar por qué. Solo importa estar en contra, después se ve el por qué, algún motivo se encontrará.

Solo basta con sacar del bolsón de calificativos y prejuicios que carga al hombro todo buen militante de izquierda una de esas palabras y arrojarla. Ahí se encontrará un amplio menú: oligarca, represor, neoliberal, antisindical, antipopular, imperialista, o vaya a saber qué epíteto cliché y sin fundamento.

Listo, ya está, un tweet autocomplaciente en el que no falte uno de esos términos, un posteo o declaración hablándole a la tribuna y ya es suficiente.

Cuando el Presidente Luis Lacalle Pou se va al Congo, en lo que es una clara señal de fraternidad y compañerismo con la tropa militar de nuestro país se lo critica porque va y hasta por su vestimenta. Pero no sorprende porque el problema no es el Congo, lo mismo pasaría (aguarden unos días) si se va a La Paloma. Da lo mismo la geografía, lo importante es criticar.

Cuando Mujica se vestía con prendas de ejércitos extranjeros aplaudían, pero si el hoy Presidente de todos los uruguayos rinde homenaje a su tropa y a su país vistiendo su uniforme, no escatiman ataques. Son ataques propios de la estética, no de la ética. Se quedan en si va a un lugar o cómo viste, pero no reparan en la esencia de su gestión y de cómo esas actitudes horizontalizan el mando y humanizan un líder.

Están “para la chiquita” como decíamos en el barrio.

Cuando a un Sindicato pareciera importarle más la señal de la movilización que la esencia del conflicto estamos ante cuestiones de estética y no de ética. Cuando importa apurar el tranco hacia el quiebre y el paro, más que transitar el camino del diálogo y los resultados es porque ya saben a donde quieren ir y por qué.

Lo sucedido en ANCAP con el paro en la Refinería de La Teja buscaba claramente una “señal”. Buscaban con esta acción inédita desde 1973 un impacto en la opinión pública. Lo consiguieron pero al revés. Generaron pérdidas por US$ 600.000, la acción trajo además como consecuencia la ruptura de una válvula con pérdidas millonarias para los uruguayos. Y todo por querer dar esa señal estética de parar la refinería después de 48 años, acción que a los ojos de los uruguayos los dejó en tremendo offside.

Cuando sindicalistas bloquean el ingreso al Puerto de Montevideo, están buscando en su manifestación (que saben ilegítima) una reacción por parte del Estado que los deje como víctimas y ahí dar rienda suelta al discurso del “atropello” (un clásico). Una vez más se quedan con la estética.

Sin embargo el Ministerio del Interior actuó cumpliendo la ley (casualmente la LUC, objeto del desvelo y militancia de los protagonistas del incidente) para que se respeten todos los derechos, especialmente el de los trabajadores que sí querían trabajar. Una movida de ajedrez que obligaba al gobierno a mover fichas usando la LUC.

Si no fuera tan obvio, sería hasta sospechoso.

Cuando AEBU quiere marchar en Punta del Este en plena temporada buscan hacer “ruido” sin importar el daño que causan. Se quedan en las señales estéticas y superficiales, sin reparar en la esencia de su acción y las consecuencias de la misma. No contemplan el impacto que causan a los trabajadores de un sector tan golpeado como el turístico. El mundo, para ellos, gira alrededor de su agenda. No se han dado cuenta aún que las prioridades y necesidades de la sociedad van por otro lado. Si hubiera, como es necesario, más diálogo y menos manija, lo verían.

No se trata en esta columna de deslegitimar ni desacreditar las acciones de actores del tablero en estos tiempos. Simplemente es que la recurrente acción en un sentido amerita marcar la postura, resaltar la actitud.

Al igual que en la alegoría de la caverna, de Platón, hay quienes pretenden dar por reales las sombras que ven proyectadas en su caverna. Pero la realidad es otra, es más compleja y profunda. Es tangible y no es una percepción o una sensación.

Al Frente Amplio y las organizaciones funcionales a su accionar les es muy difícil procesar la gestión de un gobierno que no se deja encasillar, que rompe esquemas, que es rupturista, que patea fuerte y desarma relatos.

Porque la vocación de dibujar una realidad nunca puede contra la realidad misma. La estética nunca vence a la ética, porque la verdad aflora y no se deja maquillar.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

premiumDiego Echeverría

Te puede interesar